La anomia y una muerte por estupidez

La muerte auto provocada por estupidez de Franco Maiorano de 18 años era un final anunciado que se suma a las que se han dado en el coleto de la anomia imperante, donde impera a sus anchas una cultura que no valora ni el bien común ni la responsabilidad, sino la búsqueda constante de una dosis más de adrenalina.

El video del hecho, que suma ya cientos de miles de visualizaciones en las diferentes plataformas en las que fue publicado, no deja dudas sobre lo acontecido: se trata de una horda de motoqueros que, fuera de toda lógica y control, corría ocupando todo el espacio de su mano de circulación y hasta sobrepasando la misma, lo que llevó al impacto contra el Chevrolet Corsa que circulaba en sentido contrario por la avenida Fortunato de la Plaza, llegando a la esquina con Talcahuano.

Ni el joven que falleció, ni otros seis de los siete heridos, tenían carnet de conducir. Tal como señaló Rodrigo Gonçalvez a diversos medios, «entendamos que no es un accidente, teníamos a un grupo de inconscientes manejando de modo tal que eran un riesgo para todos». Clarísimo.

El secretario de Seguridad de la comuna agregó: «al conductor del Chevrolet Classic le robaron y lo golpearon. Es algo que preocupa a todos y no solamente hay que hablar, sino también comprometerse desde distintos ámbitos para entender qué pasa por la cabeza de estos individuos y si lo hacen para generar pánico en la ciudad».

Una de las críticas más habituales hacia el municipio, es por qué no se impide de modo más efectivo este tipo de juntadas. Lo que se señala en off, es que el siesgo es que, en una persecución, se termine perjudicando a quien esté circulando o cruzando por las arterias por las que se mueva la horda en cuestión.

Según señaló el fiscal Vera Tapia, quien interviene en este caso en declaraciones a la FM 99.9 volcadas en marzo pasado: «preferiría controlar y que la gente a conciencia salga a la vía pública a respetar un poco más, aunque sea. Nadie paga. Hay poca gente con registro de conducir, debería ser el 100%, pero realmente, sobre todo en motos, parece que no fuese necesario ni tener registro de conducir, ni hacer VTV, ni tener seguro. Es una constante, siempre hace falta algún papel. Es una cosa muy extraña, nunca está todo completo. Lo más peligroso que hay en este momento es que se conduce en moto sin casco, además de sin papeles».

Es la descripción perfecta de la anomia social que impera hasta la muerte. A veces se planeta que tiene que suceder algo trágico para que se adquiera la conciencia de que las cosas deben cambiar. Muerte a muerte, nada cambia. Todo parece estúpidamente perpetuarse.

En un logro periodístico (lo que es, es) en el diario de Ladrey citan el testimonio de un partícipe de estas actividades que dice que «cuando te persigue un patrullero, la adrenalina aumenta». Gente joven, sin vida y sin propósitos, salvo el de una dosis más de adrenalina que, por un instante al borde la muerte, les haga sentirse vivos.

Vaya paradoja cruel.