La banda del Nokia 1100

Dicen que, a ellos, los animan altos principios y que, si no van todos juntos, el PRO y la batucada libertaria le entregan la provincia al peronismo. Y, sí, eso ya pasó, cuando le entregaron la provincia tras la decisión de Karina Milei y Sebastián Pareja de no bajar la candidatura de Carolina Píparo.

Y es que no podían hacerlo por los acuerdos con Sergio Massa. Hoy, repiten el camino. Dicen que quieren terminar con el kirchnerismo y le están sirviendo el plato tibio a Cristina Fernández, la viuda que delira hablando de la economía que ella destruyó con el concurso del diletante deforestado mental del actual gobernador.

Las imágenes del intendente Montenegro junto a Santilli y Ritondo en la oficina de Martín Menem en el Congreso, junto al armador desarmado de Sebastián Pareja y la hermana presidencial, deberían darles vergüenza. Intentan demostrar que desafían a Mauricio Macri… estoy al borde de la hernia de reírme.

Repasemos: Blas Aurelio Primo Aprile se hablaba de tú a tú con Duhalde. Daniel Víctor Katz Jora se hablaba de tú a tú con Néstor Kirchner y —digamos todo— con Julio de Vido. A Carlos Fernando Arroyo —el mejor intendente de los últimos 20 años— le atendía el teléfono Mauricio Macri. A Montenegro, lo mandan a hablar con la hermana presidencial.

Y toma whisky —del bueno— con el armador desarmado, todas unas carnestolendas patéticas. ¿Cuál es el objetivo de esta chirinada? Un ticket de salida. ¿Hacia dónde? Hacia una salvación personal.

Christian Ritondo, el día después de conocerse la imagen de la famiglia, fue a besar el anillo de Macri en el último piso del edificio en el que funciona la Fundación Pensar, el PRO y las oficinas porteñas del ex presidente. Ritondo no puede jugar a disruptivo, porque no le da la nafta.

Pero la verdad del destino que les espera si se suman a LLA, la dijo el candidato de Milei a concejal… eh, perdón, a legislador, Manuel Adorni quien —en sus palabras y sin que lo apuren— aseveró: «El PRO es un Nokia 1100 y La Libertad Avanza un iPhone 16 PRO. Los dos sirven para hablar por teléfono, pero uno quedó obsoleto».

O sea, digo: son algo así como algo descartable y antiguo, de lo que sólo se espera que no moleste. La banda del Nokia 1100 esta jodida: los capturan como tropa de choque para hacer numero en la idea que arrastraran votantes al coleto propio.

Sin debate de ideas y sin proyecto, una entrega indigna en nombre de ambiciones propias.