Esta semana, la historieta de ficción del intendente Gustavo Arnaldo Pulti tocó un pico máximo al pretender presentar una audiencia general del papa Francisco como un acto entre pares.
Pulti partió a Roma rodeado de lo más obvio del sistema de corte y pegue que integra la cadena de medios sostenida por la pauta municipal: Marcelo Pasetti, por el diario La Capital; Daniel Álvarez, por Canal 8; Germán Lagrasta, por Canal 10; el concejal Héctor Rosso, y el nieto de Ángel Roig, que actúa de secretario privado de Pulti, se ubicaron junto a miles al borde de la barda que separa al público del paso del Papa, para ficcionar un relato mendaz.
Mientras tanto, la vida en la ciudad sigue su ritmo a la baja. Locales cerrados a puño; gente desempleada que ya no busca empleo -bajaron los brazos, lo cual permite a las autoridades dibujar una merma del desempleo-… A diario la cadena de medios que maneja Pulti elabora mentiras o expone medias verdades que buscan mantener la ficción de una gestión en orden que trabaja para la sociedad. La “operación Roma” fue pergeñada para sacar a Pulti de su boutade ante su ex secretario de Hacienda Reinaldo José Cano, quien ha probado con números y documentación respaldatoria que la Intendencia debió apelar al descubierto bancario para pagar salarios el pasado 7 de noviembre.
Pulti, a quien sus concejales ya no le pueden hacer de escudo, se defendió de esta realidad inapelable diciendo que Cano hablaba al cuete, y que si hacía afirmaciones, debía probarlas. Pues Cano las probó, todas y cada una: lo tapó de papeles en la conferencia de prensa que dio junto a Fernando Arroyo y Guillermo Saralegui. ¿Y el resto de las bancadas?, bien, mirando otra película; parece no importar que a diario se burle la ley del modo en que lo hace Pulti.
Esta semana, otro vecino murió en un siniestro de tránsito, el tercero en pocos días, que fallece a consecuencia de un choque en el que el auto en que circula se despedaza: un Ford Escort destrozado frente a la planta de pretratamiento en Camet; un Renault 11 partido al medio en Roffo y Estrada, y un Peugeot 504 en idéntica situación en Kraglievich al 5800. En todos los casos, la crónica omite decir que son vehículos que tienen más de 20 años y que obviamente circulan sin VTV.
La ley que impuso la verificación técnica vehicular, inicialmente muy resistida y vista por la población como un negocio de la política, es un instrumento que tiene por objetivo cuidar la vida del que conduce, los que se transportan en el vehículo, y de los terceros. Debe ser controlada en rutas por la policía de la provincia y la Agencia Nacional de Tránsito, y en la ciudad por el Departamento de Tránsito. En Mar del Plata, esos controles no se hacen. Estos vehículos siniestrados son muestra cabal de ello: hay miles que circulan sin VTV y sin seguro, justamente por no contar con la VTV. La ley señala claramente que deben ser retirados de circulación. Tránsito sólo hace acciones que dejan plata, para las arcas comunales y para su bolsillo, ya que trabajan a porcentaje, como los controles de alcoholemia y de tarjetas de estacionamiento -cuando hay, si es que alguien no calcula bien y se agotan, como ocurrió esta semana-.
La “operación Roma” es otra maniobra carísima y sin sentido, para ficcionar encuentros que no son tales ni, y así cubrir acciones cuestionables como el uso del descubierto para honrar los compromisos salariales y el resto de la desidia oficial. La del tero, bah.