Ha sido, desde el origen de los tiempos, una necesidad del poder construir un relato —a imagen de las sagas de la literatura medieval escandinava— que exalte los meritos (reales o imaginarios) de los poderosos de turno. Controlar la comunicación es clave en cualquier sistema político. Nada amenaza la hegemonía política más que enfrentarse a medios de comunicación libres.
En estos años de democracia, en Mar del Plata en particular, la relación entre el multi medios que tiene por patrón a Florencio Aldrey Iglesias modeló la relación del poder de turno con la clase política local. Todos sucumbieron, menos uno.
Carlos Fernando Arroyo planteó una relación que buscaba ser, cuando menos, de pares, y no de vasallos. Un gran avance que hubiera requerido de otras políticas y otras acciones que no hubo capacidad para llevar adelante.
Hay de hecho, ya hace años, una conducta concurrente en los medios que es el corte y pegue sin análisis al respecto de de qué se trata lo que se dice. Eso lleva a que, en un escenario de pacto político entre medios y dirigencia de turno, se repita lo que el poder expresa sin análisis, ni cuestionamiento alguno.
Esto está ocurriendo en Mar del Plata por la sinergia entre la administración y los medios, que han elegido sumarse para ser parte de una cadena de trasmisión de eventos falaces de manera cotidiana.
Es obvio que el esquema plantea un escenario de toma y daca. Montenegro advierte que está en progreso el arribo al puerto de Mar del Plata del crucero Ushuaia y, subido a la saga de “te estamos cuidando”, el lord mayor (es un modo de decir) asevera: “A Mar del Plata no va a entrar”, para agregar: “Si no estamos atentos a este tipo de situaciones va a ser en vano todo lo que estamos haciendo desde hace semanas para prevenir la circulación del virus”.
De ahí, aupado por el sinsentido de cortar y pegar, se instaló el concepto de que es el intendente quien determina el ingreso o no de unidades navales al puerto local. Montenegro, quien fue funcionario judicial, no podía ignorar su carencia de competencia jurisdiccional. Ergo, intentó armar una saga basada en hechos falsos.
No contento con haber puesto en falsa alarma a toda la ciudad, alborotando la media nacional con el arribo del crucero Ushuaia, se subió al carro de la locura mediática metropolitana dando respuestas al respecto de hechos que ignoraba, aseverando estar encima del asunto del caso de los afectados por Covid-19 en los pesqueros Scirocco y Atlantic Surf III. Llegó a decir en A24 “estamos haciendo los controles”, dando a entender que existe un control sanitario municipal sobre las tripulaciones.
Los únicos testeos los han hecho las empresas, como Solimeno que pagó los mismos, o el armador del Atlantic Surf III, Glaciar Pesquera, de capitales canadienses. No hay acciones de la comuna, entre otros motivos, porque no tiene competencia. La competencia es de Sanidad de Frontera que depende del Ministerio de Salud de la Nación. La autoridad de aplicación es Prefectura, que depende del gobierno nacional.
El caso de los tripulantes del Scirocco, que finalmente están haciendo la cuarenta en tierra, demolió el acting al respecto de una autoridad que no existe y de una intrusión irrespetuosa que no ayuda en nada. La saga de don Tristán de Monteoscuro es, al correr de los días, más extraña de comprobar que la del Cid Campeador, que aún hoy no se conoce a ciencia cierta si fue un héroe castellano, o un mercenario a la búsqueda de la mejor paga que pudiere obtener.