La torre, la envidia, el atraso y la oscuridad

El juez Simón Isacch y una decisión que va a contramano de lo que la evolución natural de la ciudad está pidiendo prácticamente a gritos.

TikTok y las demás redes están plagadas de videos que muestran la China de hace sólo 30 años y la comparan con un presente que deslumbra, mostrando imágenes de ciudades como Shanghái o Chongqing en lo que se ven rascacielos de 130 pisos, trenes aéreos que atraviesan edificios y una enorme magnificencia nocturna con el despliegue de espectáculos con luces e imágenes en 3D que maravillan a la población de estás urbes y a turistas por igual.

Más cerca de aquí, la familia Coto ha construido en Miami el edificio Aston Martin Residences, que cuenta con 66 pisos y se emplaza en uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad, ubicado —off course— frente al mar.

Aquí, en Mar del Plata, nuestros pequeños mediocres —tal como los visualizó hace ya 40 años Mario Roberto Russak—, de escuecen y hasta logran el amparo jurídico por la construcción de un edificio de 35 pisos.

Quien ha dado pábulo a este conjunto de galimatías mediocres y falacias para impetrar una orden en contra de la ordenanza que habilita la proyectada obra, ha sido —una vez más— el juez del fuero contencioso administrativo Simón Isacch.

La movida en contra del proyecto ha sido efectiva gracias al agite de la envidia y del aprovecharse de la falta de conocimiento por parte tanto de vecinos como de turistas, a los que se les pedían firmas para sostener esta presentación judicial. Isacch fue, por años, instrumento de un letrado al que la Covid se lo llevó de este mundo… o, por lo menos así lo aseveraba el abogado en cuestión. Hoy, habiéndose quedado sin amparo político, pero con intactas ambiciones de ascenso a camarista, se hace imperioso visualizar quien será el que le está dando pábulo a este engendro.

Una torre de 35 pisos es modesta a la evolución de las construcciones en horizontal en las grandes ciudades del mundo. Esta decisión es hoy un claro mensaje sobre las inversiones en la ciudad que es recibido por todos los actores del sistema, tanto aquí como en el exterior, y será motivo de clara retracción en cuento a las propuestas que están circulando en este sentido.

Aquí, el dato importante a evaluar, es si la construcción afecta, con su proyección, la luz en la playa frente a la cual se emplazaría y al respecto, todos saben la respuesta: no lo hace. Es por eso que se habla de una «afectación al patrimonio», una falacia usada ya por décadas, que plantea un debate que ya ha sido claramente superado por la pericia de los constructores que ya no demuelen, sino que integran y ensalzan lo viejo con lo nuevo, tal como ocurre en Canadá o en toda Europa.

Lo que ha sensibilizado a su señoría es que hay, en el terreno, una propiedad declarada de interés patrimonial y otras dos que potencialmente podrían también serlo. Vale citar que la norma que rige toda la cuestión patrimonial es una mera ordenanza que, como cuerpo legal, es de rango inferior y claramente inconstitucional, ya que pretende, sin el respaldo de una ley nacional o provincial, determinar cuestiones que afectan a la propiedad privada.

No me da para pensar que la sensibilidad del magistrado venga a cuento de la venta de humo que hace a diario, tanto para distraídos como para torpes, el ex intendente Cospelito Perogrullo, afirmando que él maneja la billetera y los ánimos del nefasto gobernador de la provincia.

No quiero creer tamaña torpeza.