
«Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, de las que han sido soñadas en tu filosofía», dice Shakespeare en Hamlet. En Mar del Plata, dos hechos recientes revelan lo extendido que está el consumo de marihuana en la ciudad.
Y, así como está extendido el consumo, también lo está el negocio, lo que claramente tiñe de manera tendenciosa la forma en que se ha expresado públicamente el relato alrededor de estos hechos, construido por las usinas de poder en la ciudad.
El primer caso, fue el de un procedimiento en un «growshop», que es la denominación anglo para los negocios con habilitación legal para la venta de productos cannábicos. La información —que fue cortada y pegada en cuanto portal con «línea» directa con la fiscalía general o con la departamental— señala que, en base a datos que hablaban de venta ilegal, se llegó a este procedimiento que permitió la detención de una mujer que poseía una plantación oculta en el local de Constitución al 6000 y en una vivienda ubicada en el barrio Las Dalias.
El segundo caso se dio en el marco de un hecho aislado: uno de los varios tiros al aire para correr a jóvenes que están en una granja de recuperación de adictos llevó a una denuncia que derivó en el hallazgo de una mega granja de cultivo de marihuana en Colonia Barragán, ubicada en Camet Norte en un suceso que fue descrito como «insólito».
Hasta aquí, en prieta síntesis, lo publicado y puesto a consideración de la sociedad en un mismo texto dirigido a distintos públicos lectores. Detrás del mismo, están todas las preguntas que deben formularse.
En el caso del «growshop», se detuvo a una mujer que resulta ser quien fuera detenida y condenada en el caso al que se le dio el nombre de «Operativo Milonguita». Lo único que se indicó, en la información oficial, fue que la fémina en cuestión tiene 49 años. En dicho operativo estuvieron vinculadas dos mujeres: Marcedes Galván, madre de dos hermanos también condenados, Mariano y Martín Davos, y Micaela Iñurrieta. También fue detenido y condenado en aquella oportunidad Carlos Bachiochi, conocido como «el pelado». Sucesos de los que ya pasaron tres décadas y forman parte de la historia del mundillo de las drogas en nuestra ciudad.
300 plantas, 40 kilos de cogollos y 40 mil dólares. Un local a la calle, y una propiedad secundaria, no pueden ser el fruto de una operación llevada adelante por una sola persona. Una vez más, se hacen operativos encapsulados. Un solo actor, o dos a lo sumo, y grandes títulos para que la red de corte y pegue ficcione que informa.
En el caso de Colonia Barragán, faltan explicaciones y sobran preguntas: el hecho se define como un hallazgo casual. Hay dos detenidos, de 30 y 32 años. La operación implica una alta escala: viveros, plantíos que daban —según los vecinos— un advertible olor a marihuana que una fuente vinculada a la operación policial denominó como «envolvente».
No debe sorprender que, tal como ocurrió en otros casos, nada pase mas allá de lo citado y expuesto. La producción y el tráfico de drogas goza de protección en este ámbito judicial.
Tal como dice el soneto de Shakespeare, «Hay más cosas en el cielo y en la tierra…»