Es un trazarle una línea a un modo de hacer política que persiguió, desde el inicio de la gestión de Carlos Fernando Arroyo, limarlo política y personalmente, con el objetivo de abrir el juego a una candidatura para el 2019 que dé un espacio político de crecimiento al PRO en la provincia de Buenos Aires.
La llegada de Agustín Cinto a Mar del Plata —introducido por el mismísimo Rodríguez Larreta— era, según dijeron, para “ayudar” a la gestión e introducir el sistema administrativo metropolitano con Cinto como guía iluminado. Sin embargo, nada funcionó, porque el estado caótico en que fue entregada la comuna impedía casi todo orden. Desde el principio, el ministro de Economía de la provincia, Hernán Lacunza, se dedicó a desgastar a la administración local, mientras la usina de mentiras y medias verdades que el derrotado Aldrey Iglesias ponía en marcha enrarecía a diario la gestión, ayudada por sus propios deméritos y desaciertos.
El arribo de Joaquín de la Torre como ministro de Gobierno provincial trajo a Mar del Plata una luz de esperanza, ya que este se definió en las primeras horas como “el primer arroyista”. Pero resultó que no, que fue sólo piel de cordero para un lobo que venía a introducir en Cambiemos la semilla purulenta del grupo Crear, cuyo líder es el hoy senador Lucas Fiorini.
Tal como he señalado en esta misma columna, De la Torre busca ser el mandadero exitoso de Aldrey Iglesias. Luego del retiro de la cartelería del shopping Paseo Cultural Estación Terminal Sur, cual capomafia De la Torre se presentó en el despacho del intendente para exigir que desplazara de sus cargos a los secretarios Hernán Mourelle, de Hacienda, y Alejandro Vicente, de Gobierno: imaginen la respuesta del hombre del piloto.
Joaquín de la Torre, auténtico actor de oportunidad, buscó además un modo perverso de poner de rodillas a la administración, trabando una transferencia de cien millones de pesos que se debía calzar con recursos propios para pagar en tiempo y forma, entre otros compromisos, los servicios de la empresa recolectora de residuos. Se pararon sobre un recurso federal que le corresponde a Mar del Plata: quince días hábiles hasta que la concreción de la transferencia. La idea detrás de la maniobra: obligar al intendente a pedir una conversación con De la Torre, y bajarle el precio político a la performance de la única comuna de 135 que paga salarios el 1 de cada mes y que anticipó el 80% del aguinaldo a los trabajadores municipales. La respuesta es un comunicado en el que la administración Arroyo señala que la situación que se vive —paro de recolectores— es consecuencia de la mora provincial en resolver el simple trámite de transferir una partida por razones políticas no administrativas.
El silencio de los actores políticos locales es elocuente. Están parados en un lugar incómodo buscando hacer política en base a provocar un desgaste que afecta al ciudadano de a pie. No acuerdan la tarifa de transporte público: Mercedes Morro aduce órdenes de Sergio Massa; De la Torre proviene de la cantera política peronista de Massa, y en estas horas apareció en la ciudad Pablo Moyano, quien lanzó diatriba personal contra el intendente y, según Florencia Arieto, está financiado por el tigrense. Lo dicho: actores políticos que actúan bajo bandera de oportunidad.