Cambiar en Cambiemos
Desde la elección en 2015, la estructura de poder de la Gobernación inició una campaña sistemática de bullying sobre la administración local. Primero fue sobre la ineficiencia que argüían mostraba la gestión, comparada con el expertise que portaba el Gobierno provincial, nutrido de la impronta de 8 años de gestión en CABA. La naturaleza misma de la coalición con Carlos Fernando Arroyo al frente complicó todo desde el comienzo. Que Arroyo era antiguo porque no usaba celular; que su hijo, que su yerno, que los funcionarios —caso Educación, o Cultura—. El postre era el mal manejo de la paritaria con el gremio municipal, al que se le había otorgado un aumento que, por lejos, era el más alto de la provincia. Todo era pecado, magnificado convenientemente por la cadena de la mafia digital más los medios del anciano coruñés.