Debo señalar que la intendencia disruptiva de Carlos Fernando Arroyo está marcando un cambio en el status del poder local que afecta intereses diversos y es la razón de la matriz de conflicto que a diario hace a la cobertura mediática local. Esa instancia disruptiva, plagada de errores de procedimiento y de lectura y comunicación políticas, lleva a la situación actual en la que el intendente del partido de General Pueyrredón debe librar la batalla por su reelección con boleta corta y en el estrecho margen que le deja la disputa entre el oficialismo de Juntos por el Cambio por un lado y Unidad Ciudadana por el otro.
Actores políticos del gobierno provincial recorren las redacciones y los cafés locales exhibiendo encuestas que en Mar del Plata lo dejan mal parado al hombre del piloto. Son tan acertadas como las que daban a Cristina Elizabeth Fernández nueve puntos arriba de Mauricio Macri, o las que, con seriedad metodológica nula, anunciaban que Sergio Masa perdía en primera vuelta pero podía ganar el ballotage. Nunca se ocuparon de señalar que, si era candidato y ocupaba el tercer lugar en primera vuelta, jamás podría ganar en segunda. Con esa misma seriedad exhiben ahora las encuestas que anuncian estos escenarios futuros en la ciudad. En fin.
La semana cierra destacando la respuesta a los funcionarios municipales liderados por el contador de ley Guillermo Costanzo, quienes salieron a batir el parche en tono político por el desplazamiento de Germán Stirnemann. Arroyo le dice al loberense Costanzo: “El lenguaje utilizado se caracteriza por su vaguedad, ambigüedad y textura abierta, toda vez que se perfilan zonas de incertidumbre, afirmaciones gravísimas, ya que describe una universalidad de hechos vacíos de contenido, que no superan el test de veracidad, no operan en función de la verdad, se trata de manifestaciones cuya verdad no ha sido acreditada, son erróneas o incluso falsas”. Costanzo —como lo he expuesto— es un sujeto obscuro que responde al ex intendente GAP y que utiliza recursos del sistema público para llevar acciones de micro-militancia opositora, un personaje menor con pretensiones de actor central.
Dice Arroyo de Constanzo: “carece de competencia para valorar las decisiones adoptadas en ejercicio de facultades discrecionales”. Es así, pero él igual hace una puesta en escena con intenciones políticas. Constanzo es un simple técnico que sólo puede tener un relumbrón mediático en esta patética paleta de los medios locales, plagada de egresados de academia textil: expertos en corte y pegue sin capacidad de análisis.
El fallo del juez del contencioso administrativo Simón Isachs dejó otra vez a los conejos negros sin zanahoria y apaleados por la realidad. Es obvio que el abogado Alberto Morteo está ya mayor y no debe pegar bien los textos en el Word: no puede errar de manera tamaña. Fueron a por bajar los concursos con alegaciones criminales a un fuero administrativo y les dijeron “nones” una vez más. La realidad da su propio veredicto. Dos mil seiscientos docentes van a concursar y, como reconocen en el texto presentado ante Isachs, algunos de ellos lo harán por primera vez en veinticinco años. Realidad mata relato.