Es el jugador que no estaba en los planes de nadie, el que buscaban para cerrar el arco de dispersión del voto de clase media y que por fuera restaba para la suma. Lo querían de compañía, no de cabeza de serie, pero la suerte, que es grela, jugó su extraña partida, y lo que el laboratorio político entrevió como jugada maestra, resultó en otra historia que hoy lleva a un ejemplo de dignidad republicana sin precedentes en democracia en Mar del Plata.
Ángel Roig resistió cuanto pudo la presión dominatriz de Florencio Aldrey Iglesias en los 80, cuando el diario La Capital tiraba 75.000 ejemplares los domingos, y la columna de política hacía temblar a todos en nuestra aldea urbanamente extendida. En esos años empezó el proceso de disciplinamiento ejercido desde el diario, llegando en los 90, con la entrega de LU6 sumada a la propiedad de LU9, a la concreción de un cerco informativo usado para extorsionar o sodomizar a la política de la ciudad. Quien no se allanaba desaparecía de la existencia pública: se caía de las fotos, no lo llamaban de las radios y no había entrevistas en los canales.
El que se compró ese cuento de punta a punta fue Blas Aurelio Primo Aprile. Preguntado alguna vez por quien suscribe acerca de por qué había retirado un proyecto que entregaba el Estado Mundialista por 10 años a la Liga Marplatense de Fútbol a cambio del techado del lugar -una inversión superior a los tres millones de dólares en la época-, “el Tano” me respondió que a nadie le gustaba “salir mal en la tapa de los diarios”. Ese día, en la puerta de Canal 8, le dije que si era así, lo mejor sería entonces que se retirara de la política. Pero claro que no se fue: lo eligieron intendente, lo reeligieron, y se fue antes de terminar el mandato sin tener jamás un tapa en contra. Creí que la experiencia serviría a su sucesor, Daniel Víctor Katz Jora, que ahora hace de guapo, pero bien que se puso los pañales cuando Aldrey lo apretó para digitar en dónde y quién construiría la Ferroautomotora.
El mismo modelo de apriete -usando como herramienta y vehículo a los medios- llevó a la entrega del actual predio de la Estación Terminal Sur. La propuesta original, que debió darle a Mar del Plata un proyecto diseñado por César Pelli, terminó en el actual shopping al que el anciano de Lugo, como homenaje bizarro a sí mismo, le impuso, contrario a derecho, su nombre.
Carlos Fernado Arroyo es el agente disruptivo que nos trajo la historia para poner orden democrático en una comunidad que ha vivido la vergüenza de dirigentes políticos que entregaron la dignidad del voto a manos de un audaz apropiador de la renta pública descarada. La dignidad cívica está siendo recuperada por el actor absolutamente inesperado.