La detención cinematográfica y humillante del exvicepresidente Amado Boudou por cargos que le imputa la investigación criminal llevada adelante por el juez Ariel Lijo, ha provocado un tremendo impacto en la sociedad argentina, y tiene particular epicentro en Mar del Plata.
Boudou supo tener, de muy joven, un círculo excepcional de amistades y relaciones personales. Cultivó desde siempre un hacer y un decir que daba encantador y que encontró unos de sus momentos de “celebrity” al frente de la disco que funcionaba en el parque Waterland, construido sobre el primer relleno sanitario de Mar del Plata.
En “Frisco Bay”, Amado consolidó el “Aimé”, su apodo francés que le agregaba una gracia única, aunque superficial. Su grupo histórico de amigos concurría al Colegio San Alberto: Marcelo Artime, Juan Guiñazú, Rodolfo Usuna. Este último sería el vínculo con la familia Venturino y quien lo llevó de la mano a formar parte de un círculo de poder que en la década de los ochenta tenía a Playa Grande por territorio propio y al boliche Exeter como punto exclusivo de encuentro para quienes pertenecían y se sentían una suerte de elite inapelable.
En ese círculo estaba también el núcleo de lo que en Mar del Plata fue el numen de la UCD, fuerza política de derecha liderada nacionalmente por Álvaro Alsogaray. Allí Boudou compartió espacio con otros notorios del gobierno de Néstor Kirchner y Cristina Elizabet Fernández: Fernando Villaverde y Ricardo Etchegaray. Ambos grupos tenían amistades comunes surgidas de los días en la arena de PG y las noches en Exeter. Amado era, junto a los antes nombrados, además, habitué y compañero de tendidas nocturnas de Alfredo Astiz y Jorge “el Tigre” Acosta. En la organización juvenil de la UCD, UPAU, y ya en democracia, todos ellos compartían y entonaban cánticos en alabanza a Astiz y Acosta, a quienes consideraban perseguidos por el gobierno alfonsinista —curiosamente, los mismos argumentos que hoy esgrimen Esteche y D’Elía cuando anuncian acciones contra el gobierno de Mauricio Macri—.
El pasado viernes, las redes sociales ardían en el país. En Mar del Plata, la detención de “Aimé”, descalzo y en pijamas, televisado en vivo y directo, era el gozo de muchos de aquellos que, habiendo sido parte de la UCD y del círculo del privilegio en Playa Grande, literalmente odian a Boudou por su conversión al kirchnerismo.
Al llegar Boudou al ANSES en reemplazo de Sergio Massa, su mentor, mantuve en una oportunidad un breve diálogo con el hoy detenido en Ezeiza. Me preguntó: “¿y cómo me ves? —en el recién estrenado cargo de ese momento—. Mi respuesta fue: “te deseo suerte. Tené cuidado de no ser la próxima María Julia”. Parece que no tuvo muy en cuenta ni la advertencia ni el consejo.