En su segundo mandato, el muy metropolitano ex gobernador bonaerense Daniel Scioli lanzó un programa de distracción basado en crear escuelas de policía en el interior de la provincia para pasar a un modelo de seguridad basado en fuerzas locales, cuyo objetivo era descentralizar el sistema y dar relevancia a las políticas locales en la materia.
En nuestra ciudad, el ex intendente Gustavo Arnaldo Pulti fue más lejos. “Cospelito” se lanzó a una política integral de puesta en marcha de una fuerza policial propia, que fue fuertemente resistida por la sociedad, incluso llevándolo a tener que poner en marcha una mascarada para hacer caer la consulta popular al respecto con una triquiñuela judicial.
Entre otros pasos, para llegar a esa policía se creó un cuerpo denominado “policía municipal”, que estuvo al mando de Fernando Telpuk. El uniforme elegido para la fuerza llevó a que se los denominara “pitufos”, término que se popularizó en toda la provincia. El 15 de marzo de 2015, el nativo de Dolores inauguró el Centro de Monitoreo (COM), anunciando que era el más moderno y mejor equipado del país.
Durante los cuatro años de Fernando Arroyo fue cuando el COM tuvo su momento de mayor protagonismo y efectividad. Durante dicho período, una medida políticamente simpática llevó a incorporar personas con diferentes discapacidades al personal del área. La diferencias entre el gobierno provincial y el local llevaron a que, lo que debió ser una coordinación en tiempo real, se fuera devaluando operativamente a un ritmo que deja hoy el sistema, en términos operativos, como un elemento meramente simbólico.
Bajo un régimen de empleo municipal en lo más alto de la cuarenterna, el COM se vació de operadores entre otras cosas, porque a las personas con discapacidades —a quienes se debió proteger del virus— dejaran de prestar servicio. Han existido turnos con menos de un diez por ciento de los operadores necesarios.
La llegada del gobierno de Kicillof y la asunción de Berni terminó con la utilidad en tiempo real del Centro de Operaciones y Monitoreo. Esto ocurre en una Mar del Plata que torna a estar estragada por la violencia. Con miles de cámaras propias y cientos de dispositivos de vecinos particulares que se fueron incorporando recientemente, el sistema requiere una revisión urgente.
Es obvio que el personal que da servicio allí no puede ser municipal. Y menos aún, sin la preparación adecuada. Hoy, en campaña, es fácil advertir que, por detrás de la pandemia, el miedo principal que devela cualquier encuesta es el de la inseguridad, otra pandemia que no cesa y para la que parece no existir la vocación de hallar el remedio.
Al inicio de su mandato, el intendente anunció una inversión excepcional en la construcción de un anillo de seguridad y fijó su despacho en el COM. La cuarenterna y el año pandémico se llevaron a marzo esos propósitos. Hay que retomar dicha senda, porque la sociedad está agotada, exhausta, y necesita respuestas.