Con cuentagotas, y luego de negociaciones interminables que en el carácter y modos de Guillermo Montenegro se le hacen infinitas, el gabinete se va delineando con sorpresas que no son tales.
Tal como señalé en un tweet el día que se presentó a Santiago Bonifatti como el ganador del premio mayor de ser el secretario político de la comuna, no había sorpresa en la designación, porque las gentilezas en la campaña, y en cotilleo del día a día, hablaban a las claras de que existía un entendimiento entre ambos candidatos a intendente.
El interrogante es si Bonifatti, y su hermana Lucia —que, se habla, ocuparía un cargo en el área de Gobierno— se afiliarán al PRO. Tendría lógica, porque en 24 meses habrá elecciones de medio término, y el esquema que llevó a Montenegro a la intendencia ya está deshilachado. Veamos.
Queda claro que el sector de Lucas Fiorini es el gran perdedor en el reparto de la victoria. Ausente el sector del PRO local que lidera Juan Aicega, los radicales tomaron la delantera e, incapacitados de ganar la ciudad por la propia, suman ravioles en la grilla reciclando oxidadas figuras del pasado reciente.
Aunque se evita citar el punto, el gabinete de Montenegro inicia con una baja antes de hacerse oficial: Florencia Toledo se bajó del cargo del área de Desarrollo Social. A tiempo diría. Fue una piedra en el zapato estos años desde el cargo en el área provincial, actuando como comisario político y marcando diferencias sin sentido común con el personal del área municipal.
Toledo habría afrontado un fracaso enorme en el intento de hacer gestión, ya que desarmó programas y le quitó gente a áreas vitales como la de juventud, sin que ella o alguien más acertara a explicar el por qué de las decisiones que se tomaban. Hizo mucho daño.
El hueco fue tomado por Maxi Abad, quien coronó con la designación de la ex concejal Verónica Hourquebié, a quien el diputado provincial considera poseedora de las capacidades necesarias para enfrentar este área difícil por definición.
Pero, esta semana, otra cuestión golpeó la vida pública de la ciudad. Un aviso de los tiempos complejos que se vienen. Leonardo Fabre, secretario general de APOPS, ignoto para el universo del común, llevó adelante una pegatina feroz sobre la cartelería pública y tapó el espacio público de todas las maneras imaginables proclamando: “SON UNA CIUDAD POBRE Y VOTARON OTRA VEZ UN GORILA, NO TIENEN ARREGLO”.
Leonardo Fabre es un dirigente sindical clásico: habla en nombre de los trabajadores, pero actúa y vive como un oligarca. Caracterizado por el medio especializado “Línea Sindical” como un dirigente excéntrico, empapelar con afiches de tremendo contenido es lo suyo. Aunque tampoco le hace asco a Twitter, medio por el cual se ha referido de manera soez a la persona del presidente de la Nación. Como todo oligarca sindical, lleva 19 años al frente del gremio. Es la clase de sujeto que se cree más que los demás, y que puede indicar a otros qué pensar, cómo pensar y qué hacer. Psicópata de libro. Si tuviera poder, no dudo que enviaría a los no seguidores, el “no pueblo”, a campos de reeducación. Un violento de cuidado.