El reloj sigue marcando las horas que median para que Patricio Gerbi se presente en Comodoro Py. Allí, desgranará su relato al respecto de la corrupción en la que ha participado en estos años de fiesta inolvidable, en la que los integrantes del denominado “Club del Peaje”—con el que se inició en los negocios grandes de la Cámara de la Construcción—, pasaron a ser los beneficiarios del mayor reparto de recursos estaduales mal habidos de la historia reciente de Argentina.
El 23 de Noviembre de 2005, Roberto Lavagna denunció la cartelización de la obra pública. Lo hizo en un acto en la Cámara de la Construcción. Señaló: “hay licitaciones de vialidad que son investigadas por Defensa de la Competencia y por el Banco Mundial”. En ese mismo acto, Néstor Kirchner elogió a los empresarios y, horas después, Lavagna salió eyectado del gobierno.
El que salió después a bancar la posición de la CAC y a despejar dudas al respecto de las palabras de Lavagna fue Diego Alberto Buracco. Se trata de un ignoto personaje de alto perfil político interno, que promovía en su momento la fórmula “Scioli presidente” en 2014 y se mostraba cercano al que, creían, sería el próximo gobierno nacional. También es un viejo conocido del municipio de Tigre, y tiene buenos vínculos con la actual conducción política de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Es veterano en el negocio cartelizado de la construcción en obra pública: su empresa, Centro Construcciones, fue de las más beneficiadas por los contratos hoy cuestionados. Nuestras fuentes aseveran que el artífice de su vínculo con los negocios en la provincia y de la relación que construyó con Daniel Scioli no fue otro que Florencio Aldrey Iglesias.
Patricio Gerbi sabe mucho de Buracco, quien jugaba al ajedrez regularmente con el ex gobernador y tendía puentes para armar una mejor relación entre Aníbal Fernández y Scioli en 2015. Hoy, con la causa muy avanzada,es altamente probable que sea Gerbi quien en sus dichos coloque al hasta hoy cuasi ignoto Buracco en la mira de la justicia y la sociedad.
Nada es sencillo cuando la mirada social cae sobre quienes se han sentido poderosos. Los primeros que se apartan son los propios: Alejandro Gómez, cuñado de Gerbi, hace abluciones internas y sociales buscando parecer que nada tiene que ver con la situación de su familiar. La relación entre ambos —que nunca fue de amor, sino de tolerancia necesaria— está detonada.
En parte, esto se debe a las decisiones de Patricio, quien está incumpliendo pactos no escritos en el reparto de obra pública. Ya no hay sobreprecios, pero sí acuerdos. En la última reunión de la Cámara de la Construcción —capítulo local— estuvieron a un tris de irse a las manos con Juan Carlos Zamora, pope de la empresa PLANTEL, a causa de su decisión de ir por todo y presentarse con valores por debajo del precio de pliego. La gritería de ambos es la comidilla del sector. Tic, tac, tic,tac, corre el reloj. ¿Llega la hora?