Seis años, y ninguna flor

La llamada «Megacausa ANSES», centrada alrededor de la actividad de la Organización Jurídico Previsional SRL de la avenida Paso está a sólo un tris de hundirse en el más espeso y oscuro barro judicial.

No se trata sólo de la flojera de pruebas con la que a ciudadanos de a pie, profesionales médicos, abogados y presuntos beneficiarios de pensiones espurias han sido castigados sin que haya elementos serios y ciertos a derecho, conforme a la impericia estructural y operativa de la fiscalía que lidera Nicolás Czizik, sino que ahora hay que sumarle a esto la incapacidad operativa del propio tribunal, que podría genera una causa de nulidad inmediata y absoluta, imposible de salvar.

¿Por qué? Porque —conforme a la ley— se ha jubilado, a sus 75 años, el juez José Mario Triputti, designándose en su reemplazo a la jueza federal Karina Mabel Yabor. Ante esto, los legos bien podríamos decir «¿y qué? ¿qué problema hay, con un juez que reemplaza a otro juez?». En el contexto de esta causa, es gravísimo.

Tanto es así, que el letrado Horacio Insanti ha requerido al Tribunal que haga expresa aclaración de las circunstancias de este reemplazo y, específicamente, que notifique si la jueza Yabor ha concurrido a las audiencias de debate de esta causa tan particularmente extensa en el tiempo, que ya se está extendiendo por más de seis años.

El requerimiento de Insanti —que, al momento de escribir estas líneas, aún no fue respondido— tiene que ver con lo que la ley señala en las causas que se resuelven a través de un juicio oral, dado que el articulado legal imperante señala que, si el plenario se extiende por un tiempo mayor a los diez días, el juez sustituto debe asistir a todas las audiencias.

La situación es institucionalmente muy grave, y evitar sus consecuencias parece muy difícil. Lo que plantea el letrado es que el procedimiento del juicio oral exige que, al final del mismo, los magistrados debatan a fin de establecer el criterio punitivo a aplicar.

Es inconcebible que, en el desarrollo de un juicio como este, plagado de irregularidades reveladas y demsotradas contra la mayoría de los imputados, durante el desarrollo del plenario ninguno de los actores del sistema judicial haya advertido que uno de los magistrados iba a jubilarse al cumplir los 75 años. Salvo que…

Salvo que, a propósito, se haya creado de esta manera un camino que permita presentar una situación como la expuesta, de nulidad absoluta por imperio de la ley de los derechos consagrados en la constitución, como una maniobra que permita hacer caer el juicio y así no afrontar un fallo que tendría gravísimas consecuencias tanto para la fiscalía como para el juzgado actuante.

Es de suyo que los impulsores de esta presentación ya saben perfectamente que la jueza Karina Mabel Yabor no tiene conocimiento alguno de lo que ha ocurrido en las audiencias previas. La única forma de salvar el proceso, sería imponer un cuarto intermedio extensísimo para que la jueza vea todos los videos de todas las sesiones previas del juicio, lo cual sería algo demasiado inusual.

Así está hoy la situación en esta causa en la que han encarcelado —en penales federales, encima— a profesionales a los que se los acusó por criterios de la ley equivocada, en la que le quitaron beneficios previsionales a personas inocentes, cuyas pensiones fueron restituidas por otros juzgados.

Quizás pretendan un voto basado en la doctrina Bibel: como es bien sabido por los actores del sistema, el juez federal de Necochea, Bernardo Daniel Bibel —quien concurre como conjuez a la Cámara Federal de Mar del Plata— suele votar con un texto breve (como recomienda la corte) que reza: «por la presente adhiero al voto del distinguido colega preopinante».

Ríansenos en la cara.