Es lo que reza un antiguo proverbio árabe. Las elecciones le dieron a Guillermo Montenegro, finalmente, lo que San Isidro —su lugar en el mundo— no le brindó: es el intendente electo de Mar del Plata. Triunfó por poco en una elección increíble para el PJ, que en su variante modelo 2019, bajo el cartabón de “Frente de Todos” obtiene la mejor elección local desde 1983.
El mérito es para Fernanda Montoto Raverta, que obtuvo 149,125 votos, el 37.63%, quedando a sólo 10.126 votos de Montenegro, el nuevo jefe comunal, en una elección que plaga de desafíos a la administración pública de la ciudad y amplía interrogantes para los próximos cuatro años.
Con la presidencia de la nación, el senado nacional, y la gobernación en manos del FT, está claro que no le faltarán recursos a Montoto Raverta para encontrar cómo pujar políticamente en la ciudad, en particular por la composición del Concejo Deliberante, en donde lejos está Montenegro de tener una posición cómoda. Veamos: La elección le dio a Juntos por el Cambio 5 concejales, ergo, podría decirse, que estos, sumados a los que continúan en su bancas, darían un número suficiente para maniobrar, contando en algún caso con aliados coyunturales.
Es simple matemática, pero… hay un detalle: se trata de política. Nicolás Lauría, primer concejal de la lista, es del partido Fe. Liliana Gonzalorena es Coalición Cívica (responde, por lo tanto, a Lilita). Marinéala Romero es UCR. Agustín Neme, es PRO. ¿Alcanza? Diría que no, por la sencilla razón que no hay en estos integrantes que se incorporan a las bancas un real afecto societatis. Es casi más complicado que cuando Arroyo fue electo intendente con la novel coalición Cambiemos.
Por su parte, la oposición que habla por boca de Rodolfo Iriart —armador local de las variantes del PJ lugareño— puede rápidamente ser bancada mayoritaria. En el Concejo están Daniel Rodríguez, Silvina Lagos, Virginia Sívori, Marcos Gutiérrez, renueva Marina Santoro, y se incorporan Vitto Amalfitano, Roberto Páez (el chucho), y Sol De La Torre y Roberto Gandolfini, que vienen del piqueterismo lugareño. No es todo, porque tanto Mercedes Morro como Ariel Ciano, que reportan a Sergio Massa, van a coincidir en una misma representación política.
Literalmente, la oposición, sin demasiada vuelta, ostenta el 50% de la representación política en el Concejo Deliberante. Del lado del nuevo oficialismo nadie de modo directo es tropa propia. La confianza y el apego a la gestión de Montenegro deberá construirla el nuevo intendente. Es un escenario complejo. ¿Por qué? Porque ninguno de los que llegan, como dije, es propio, sino el resultado de acuerdos políticos; y, de los que están, hay motivos para interrogantes variados.
Vilma Baragiola no concurrió al acto de Mauricio Macri en Mar del Plata. Está enojada, y no es un enojo menor. Obvio, Cristina Coria va a jugar en tándem, y Ariel Martínez Bordaisco (UCR) será un elemento que dependerá de las condiciones políticas generales que imponga Maxi Abad. Angélica González, y Guillermo Volponi, por diferentes razones no están tampoco alineados, y nada ha ocurrido aún para saber cómo se acomodarán en el nuevo escenario, ya que formaron mono bloques que aun están vigentes.
En sencillo: Guillermo Montenegro es el intendente electo de Mar del Plata. Como expuso sobonamente el multi Ladrey: “logró en dos años lo que otros no lograron en una vida”. Cierto. No es por eso menos complejo un sueño que tiene condimentos para ser una auténtica pesadilla.