El reloj marca las horas para la partida del peor intendente que la democracia le ha deparado al partido de General Pueyrredon. Marcará esta elección también el final del poder bizarro de Florencio Aldrey Iglesias sobre la clase política marplatense. Tanto es así que en la pasada sesión en el Concejo Deliberante, el bloque de concejales de la UCR llamó a Iglesias “el jefe de campaña del intendente Pulti”, lo cual constituye un dato de la realidad que no puede eludirse, por su elevación al todo social que nos comprende.
El final de época se huele en el aire, se palpa en la respuesta de la sociedad dentro de los espacios de expresión de la cadena de corte y pegue, que sigue encandilada por las órdenes de publicidad oficial que recibe del intendente -si bien hace seis meses que no le pagan a nadie-. Estos medios son tan serviles, que niegan a sus lectores u oyentes información esencial de la gestión, como la citación a indagatoria de Eduardo Bruzzeta, publicada por N&P desde el día 23 de este mes. La indagatoria a Bruzzeta abre el panorama para ver, en términos de justicia, la operatividad de una banda de saqueo organizada que, Adrián Alveolite mediante, reporta al intendente y hace caja para la coronita. La ausencia de cobertura de la cena en que Mauricio Macri, María Eugenia Vidal y Carlos Arroyo reunieron a más de 300 empresarios en el hotel Costa Galana, ratifica el alineamiento de la cadena de corte y pegue con el Intendente: creen que ningunear el acto del Jefe de Gobierno de CABA y candidato a presidente de Cambiemos incidirá en el resultado electoral.
Si bien aún es pronto para nombres en el próximo gabinete municipal, algunos están circulando. Reinaldo José Cano, por ejemplo, ya trabaja pensando en la Secretaría de Hacienda, en el ánimo de reunir un grupo seleccionado por él, un sub-40 que pueda tomar el comando del área y así llevar a cabo una renovación total en la gestión de la economía pública.
Esta semana se vivieron a nivel del Concejo Deliberante momentos intensos, unos públicos, otros en un segundo escenario no tan visible. Hernán Alcolea y Vilma Baragiola renunciaron a integrar la Comisión de Derechos Humanos, y denunciaron el autoritarismo del concejal Javier Woollands, así como la utilización del tema para una campaña sucia que tiene por objetivo al candidato de Cambiemos, utilizando para ello a la comunidad boliviana en Mar del Plata.
Woollands es quizá el ejemplo más concreto del nivel de corrupción que expresa este grupo político devenido en secta. Militante de izquierda, vecinalista, jamás logró nada en política hasta que se unió a Acción Marplatense, para convertirse entonces en uno más de la runfla que aboga por cualquier tema que señale Pulti, como si de verdades reveladas se tratase. Su entusiasmo denostativo es proporcional a su pavor a salir del presupuesto municipal y volver a la vida económicamente miserable que llevó siempre. Quintaesencia de AM, donde brillan los declamadores sin ninguna capacidad real, desesperados por vivir del presupuesto público sin retribuir en nada que a la sociedad le sea de utilidad.
Tic, tac, tic, tac… El reloj corre, la hora llega.