Es obvio que la pandemia aceleró los tiempos y exacerbó los ánimos. Aún sin la cuarentena acelerando la evidente crisis económica del municipio, tarde o temprano ésta iba a manifestarse.
El gobierno comunal avisó que va por el recorte salarial de la planta municipal. La respuesta fue que primero den de baja el número de cargos políticos. Sorpresa y media, como suele ocurrir, al tocar la víscera más sensible —el bolsillo, lo decía el General—, el amor se fue como cuando se cumple la hora comprometida por un precio establecido de ante mano.
La relación que construyó Guillermo Montenegro con los distintos sectores está plagada de errores de procedimiento, acuerdos espurios, y mentiras a granel. Hay errores de procedimiento o abuso de poder cuando se adquieren elementos de uso necesario sin licitación, sin orden de pago y sin que se conozca ciertamente la dimensión de la compra. Para ser especifico, hablo de la compra de tests al laboratorio Fares Taie del que no hay un sólo dato publicado, pese al pedido de informes de los concejales Taccone y Mantero.
Según publico el portal El Marplatense, Montenegro destinó fondos públicos al pago de un acuerdo con la mutual que preside Julio Di Virgilio por $53.492.996 sin que haya documentación respaldatoria. Fue un acuerdo político basado en un razonamiento absurdo: creyeron que, si hacían todo lo contrario a lo que se hizo en la gestión precedente, estaban construyendo alianzas.
Sólo compraron tiempo mientras trataban con una mafia que hace de despellejar el presupuesto público a favor de mantener su estilo de vida, obteniendo su renta sin devolverle debidamente los servicios que paga a la comunidad. Ni hablar de lo que cedieron ante el Sindicato de Municipales. Que no incluya el término “trabajadores”, no es un olvido.
El pacto con los dirigidos por Antonio Gilardi se basó en devolver prebendas y aportes al salario que no están debidamente justificados y que habían sido puestos en consideración del ciudadano de a pie debidamente. A cambio, obtuvieron silencio. No hay que dejar de lado el pacto con el Mutiladrey que, hoy por hoy, se vuelve una carga más. Así como los sobres (es un modo de decir) que se pactaron con la mafia digital que corta y pega gacetillas sin cuestionar nada.
Nadie parece advertir la gravedad del conflicto con el call center que atendía el numero 147. El contrato venció el 31 de diciembre de 2019. Germán Blanco lo cajoneó por orden del coordinador de gabinete, y la respuesta a esta desidia está a la vista. Hoy, en plena cuarentena, no hay conexión entre el vecino y la comuna a través de un medio que había sido una herramienta útil.
No son cuestiones baladíes. Decir “y, son decisiones políticas” no cierra la cuestión. Han vaciado la caja municipal que recibieron en condiciones óptimas, como no ocurría desde 1994. Llegaron como campeones, se van a ir en medio de una ostensible torpeza.