Tránsito complejo

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Era un inicio anunciado; no podía ser de otro modo ante el desmanejo de las cuentas públicas que la administración Pulti gestó en estos pasados ocho años. Nunca jamás se dio una situación como ésta: Ángel Roig le entregó la intendencia a Mario Roberto Russak con siete millones de pesos de superávit, luego del pago de salarios, proveedores y aguinaldos, y habiendo padecido una híperinflación que devastó la economía del país. Gustavo Arnaldo Pulti recibió la comuna con setenta y un millones de pesos de déficit -lo cual no era poco-, pero lejos de enderezar el barco, quintuplicó el mismo en años en que General Pueyrredón recibió como nunca antes fondos públicos nacionales y provinciales que son récord de asistencia económica desde ajenas jurisdicciones.
Lo que ha ocurrido en estas jornadas -paro de municipales, acampe de cooperativas, reclamos de fomentistas- es la consecuencia de este desmanejo, pero también de la aparición de los compañeros de ruta de Pulti de estos años, que aportaron lo suyo para vaciar la caja de la comuna.
Semanas antes del inicio de esta gestión, señalé que creer que el intendente saliente se guardaría era un error de apreciación: Acción Marplatense es una secta, y funciona como tal. El comportamiento sectario está ilustrado en diversos estudios llevados adelante por años en la idea de comprender el funcionamiento de estos grupos, que en no pocas ocasiones llegan a extremos autodestructivos. Es un hecho que Gustavo Arnaldo Pulti lidera a los accionistas marplatenses como un líder sectario y no como un dirigente político. Destaca en el líder sectario “la facilidad de palabra, su labia, junto con una arreglada imagen física a tono con la ideología del grupo: es la base de la manipulación que ejercen sobre sus seguidores. La forma de vestir, su cabello, su forma de hablar y de caminar, los manierismos con los que subraya su predicación… todo en ellos está debidamente estudiado y explotado para atraer a los desprevenidos.” Esta descripción pertenece a Max Weber.
Al carisma del líder hay que adornarlo con las características de un tipo de personalidad que los profesionales de la salud mental han definido como psicópata“, entendiendo por ello un trastorno de personalidad. La mayoría de los psicópatas parecen, a primera vista, muy normales, interesantes e incluso encantadores y humildes. Pero en realidad son violentos y no soportan que se les lleve la contraria en nada. Al menor asomo de contrariedad, manifiestan una rabia aterradora, una desconfianza global y una incapacidad aplastante para soportar o afrontar las más mínimas frustraciones. “El psicópata tiene que conseguir lo que desea, sin importar a qué precio” (Magid & McKelvey, 1982). Por eso, huyen con frecuencia, se esconden tras la máscara de la dulzura y la humildad, a veces del sufrimiento.
Pulti, por estas horas, hace la mise-enscène de víctima tratando a Reinaldo José Cano de inútil y apuntando al intendente Carlos Fernando Arroyo como alguien que lo saludó por el fallecimiento de su madre para luego tratarlo de “hijo de puta”, en la creencia de que son dos conductas irreconciliables e imperdonables. Lo imperdonable, en realidad, es que sigan creyendo que tratan con un político y no adviertan la naturaleza destructiva del sujeto desalojado del poder por el voto popular. Para un psicópata de libro, todo un desafío insoportable.