A caballo de la nueva situación política, finalmente Guillermo Montenegro efectúa cambios en la estructura de la administración del municipio concentrando secretarías y rebajando a otras a direcciones. El cambio, en cuanto a actores políticos, encierra claroscuros en el por qué de esas decisiones.
Tales son los casos de las designación de Fernando Rizzi en Educación, la continuidad de Viviana Bernabei al frente de Salud, y la designación de Sebastián D’Andrea al frente del EMDER. No son buenas decisiones.
La designación de Rizzi —quien hasta ahora se desempeñaba en la inútil Defensoría del Pueblo— al frente de Educación es, más que una decisión, una confesión: a ninguno de los actores políticos relevantes de este gobierno le interesa la Educación. El nombramiento de Rizzi —conchabado desde hace 14 años en el presupuesto político— implica que, lo ateniente a Educación en el municipio, lo seguirá manejando el sindicato. Alejandra Ayek continuará digitando los cargos, módulos educativos y todo lo vinculado al sector. Los que se joden, son los educandos. Al parecer, no hay prueba PISA que despierte consciencia alguna.
En cuanto a Bernabei, es detestada por todo el personal de Salud. En este año, treinta médicos presentaron su renuncia. A bordo de las ambulancias no hay médicos, sólo enfermeros. Hace unos meses, muy suelta de cuerpo, decía que contaba los días para dejar el cargo y la función. En este caso, como se dice, el precio político «lo paga Montenegro» ya que, si bien es afiliada radical, en el reparto de los porotos va por cuenta del intendente.
Sebastián D’Andrea es otro caso: va al EMDER porque no aceptó ninguno de aquellos a los que se les ofreció el cargo. Facundo «el chino» Mazzuchi nunca aceptó, lo que no evitó que jugaran con su nombre hasta último momento. Es muy preocupante que, en este escenario, el intendente no encuentre gente de valor y conocimiento para ocupar estos cargos de alta relevancia. Muy.
Santiago Bonifatti se aferró al último madero que vio para salir del naufragio de su organización SUMAR, que no para de restar. Cuando en la elección de medio término de 2021 aceptó no pujar por lugares en la lista de concejales y quedarse con cargos en el ejecutivo, selló su suerte. Si bien se señaló que encabezaría la lista de concejales en esta elección y sería, eventualmente, quien ocupase el sillón principal de la intendencia ante vacaciones o licencia del lord mayor, nada de eso ocurrió.
Se aduce que todo es consecuencia de haber fracasado en las dos convocatorias para confeccionar el pliego de la licitación de transporte. La cita de poco vale: el pliego original era un delirio, y no es un tema que inquiete a la población. La licitación es tema sólo para los sectores que son intensos políticamente en la ciudad.
Para Fernando Muro, Mauro Martinelli, y Gustavo Serebrisnsky, el desafío es enorme: tendrán que gestionar achicando gastos, ordenando aéreas y promoviendo agilidad en el empleo y eficacia de la comuna. A no dudarlo, diría Mario Roberto Russak, que el paquidermo municipal va a resistir denodamente.