La situación de General Pueyrredón es crítica. Ocho años de desidia y saqueo a las arcas públicas dan un panorama bastante complejo, particularmente con un sindicato que en vez de asumir que representa el trabajo público al servicio de la comunidad, se autosatisface sirviéndose de lo público.
La “orga” montada por Gustavo Arnaldo Pulti en estos ocho años lleva la delantera mediática y política, y crea a diario conflictos que, sobre una base real, se expanden de manera exponencial. Los agentes públicos de General Pueyrredón perciben, en promedio, un treinta por ciento más que los agentes municipales en el resto de la provincia; la masa salarial, considerando trece meses -doce más aguinaldo- insume doscientos millones de dólares, al cambio actual, del presupuesto. Al inicio de la democracia, en 1984, la planta municipal era de 2.800 agentes. En 1995, al asumir Blas Aurelio Primo Aprile, y luego de la intendencia de Mario Roberto Russak, ya superaban los 4.000. El número más conservador hoy los ubica en 10.200, aunque hay quienes sostienen que el número real llegaría a 11.000.
Frente a esta realidad, que imponía medidas drásticas desde el inicio, la administración eligió ir por un diálogo que creyó, inocente o torpemente, permitiría, conservando los puestos de trabajo, acordar un esquema válido de reducción del gasto, al tiempo que la ayuda provincial acompañaría el ríspido camino, hasta logar una estructura de gasto racional que dé al municipio manejo sobre la marcha del mismo. Pero Cambiemos es una alianza sin afecto societatis, que no encuentra caminos idóneos para articular mejor la siempre compleja tarea de gobernar. En Mar del Plata, es más que obvio. Concejales de la UCR critican en público al intendente, hacen operaciones en contra de la designación de funcionarios aduciendo que determinados cargos les pertenecen… Actúan como amos condales, como dueños de territorios propios, que no admiten que quien fue ungido intendente por el voto ciudadano decida a su entender y conveniencia.
La conducta del PRO no es mejor. Un dirigente de dicho sector me señaló recientemente ante testigos: “ya está, ahora Agustín (Cinto) maneja todo: el ‘viejito‘ (CFA) sólo tiene hacer lo que le digamos”. No hay que ser un campeón del republicanismo para advertir que es este un pensamiento anti democrático y arribista, que es política de estos dirigentes de la línea del jefe de CABA, Horacio Rodríguez Larreta.
Esta semana, en el edificio del BAPRO en Capital Federal, el ministro de Economía bonaerense, Hernán Lacunza, y el secretario de Asuntos Municipales de la provincia, Alex Campbell, humillaron al secretario de Hacienda y al secretario del área técnico administrativa de General Pueyrredón, al señalarles que sólo firmarían aquello que Agustín Cinto diera por cierto, acusando a los funcionarios locales de ir siempre a pedir plata y no hacer nada para resolver los problemas de la ciudad. Más coincidencia entre el discurso de los dirigentes opositores del pultismo kirchnerismo y el PRO no podría haber.