La frivolidad con la cual Gustavo Arnaldo Pulti lleva la cosa pública es harto preocupante. Ha constituido salario público mediante una plutocracia que vive aislada de la realidad local. No es sólo un cuestión de cuántos han ingresado a la administración pública -en un número que ya llega a once mil agentes-, sino el nivel de ingresos que los mismos perciben, que en los sectores más altos supera una media de veinte mil netos por mes.
Aunque no es exclusivo del ámbito municipal, claro, en Mar del Plata, la suba de tasas está directamente vinculada a mantener el alto nivel de ingresos de esta clase nueva, indiferente a la suerte de la sociedad. La masa salarial que requiere satisfacer este festival de cargos es abrumadora, y está sobradamente por encima de los recursos asignados a materias de competencia básica del municipio como la salud, la educación, o el mantenimiento de calles.
Paralelamente, florecen los negocios espurios, tal como se da en el caso de la construcción. El barrio privado Las Prunas, cuyo iniciador es la firma Magical Forest SA, es un ejemplo notorio develado por este medio. Por grave que sea, sólo es un pequeño caso de muestra de la corrupción imperante en materia de aprobación de proyectos en la zona exclusiva que rodea a la calle Güemes entre Lamadrid y Olavarría, y de Alberti a Rodríguez Peña. Una denuncia presentada ante el Colegio de Arquitectos recoge más de treinta obras que con un mismo código expone, a metros de distancia, edificios nuevos a estrenar que tienen tres pisos, y otros a los que se autorizó el doble, lo cual cambia completamente la ecuación económica.
Según fuentes idóneas en la materia, la diferencia no habilita por trámite de excepción. Tal como ha señalado el concejal Fernando Maraude, hay claramente una “industria” de la excepción. Estas fuentes apuntan directamente a una articulación que pasa por los hermanos Trujillo, popes de la UOCRA, hoy de muy bajo perfil y alto rendimiento en dólares, un esquema que se ha perfeccionado en estos años. Con Pulti intendente, los Trujillo ya no actúan en paralelo compitiendo con las empresas por medio de cooperativas o asociaciones civiles; literalmente son gestores ante el intendente por un estipendio en dólares “blue”, que cambia lo que no se puede en lo que sí se puede. Por eso hay edificios ajustados a las ordenanzas y otros que claramente las violan flagrantemente.
No es sólo una gesta lo que espera al próximo intendente, si es que Pulti no logra su continuidad para un nuevo periodo; le espera un desafío inmenso para dar transparencia a una administración que ha exacerbado las miserias ya existentes hasta el infinito y los acuerdos espurios a un nivel de grotesco increíble.
Lo que ocurre en materia de ocupación de espacio público este verano pone de relieve la relajación de toda norma. El parque temático de la costa en plena Bristol, con más socios que los que lucen en color naranja, y las manifestaciones del accionar de Florencio Randazzo -que cuanto menos tuvo sentido común y retiró la mega carpa que había plantado en plaza Mitre- revelan la pérdida de autoridad del intendente, que no pone coto a la invasión del espacio público, en medio de su necesidad de connivir con los funcionarios provinciales y municipales por encima de su responsabilidad como jefe político de la ciudad para beneficio de los vecinos, ergo ciudadanos, votantes, contribuyentes, a los que ignora supinamente.