Ya nada será igual. El intendente Gustavo Arnaldo Pulti (GAP) no pudo articular el cierre de los votos para aprobar el presupuesto 2015, y por medio de su lenguaraz de turno, Ariel Ciano, eligió el camino de la mentira para justificar este fracaso político con repercusiones institucionales.
La oposición tiene los 12 votos que separan la impunidad administrativa y política de la racionalidad y la probidad que deben imperar en el manejo de las estructuras del Estado. Es claro que no hay espacio en una democracia republicana para conceptos como el que solía expresar un ex secretario de Gobierno de GAP, “el intendente tiene derechos”. En democracia, tal como señala el texto de rito por el cual juran los presidentes en los Estados Unidos, asumir un cargo es para servir al pueblo, al soberano, que por el voto le ha conferido el honor de representarlo.
Esta semana estuvo plagada de mentiras y acciones destinadas a confundir al ciudadano. Se anunció la designación de Fernando Telpuk como jefe de la policía municipal; sin embargo, como se encargó de señalar Guillermo Britos, ex jefe departamental de policía en esta ciudad y hoy legislador provincial, es una mentira. No existe la policía municipal; es una designación que en cualquier momento se reemplaza por otra.
GAP y su séquito mienten. Lo hacen a diario, de manera descarada, aupados en una estructura comunicacional corrupta pagada con los recursos de la comunidad. Pagamos tasas, sobretasas, tasas direccionadas, y todo va al festival de corrupción que alimenta la falacia de una gestión que dice hacer lo que no hace y a veces confiesa en sus textos su propia incapacidad.
Circular por Güemes permite ver carteles por doquier que rezan “calles para la gente”. Y sí, resulta que las calles han quedado como los espacios naturales para caminar, porque las veredas son imposibles, cuando no inexistentes. Si hay que caminar por la calle, algo está definitivamente mal.
Esta semana salió a la luz el incendio de unas chabolas detrás de los barrios Montemar/Grosellar, sobre el borde del arroyo La Tapera. La presidenta de la sociedad de fomento reveló en la 99.9 el estado de abandono cruel del cuartel de bomberos de la seccional séptima, que no posee el equipamiento mínimo para funcionar y que nada pudo hacer para resolver el fuego, que fue combatido de manera desesperada por los vecinos acarreando baldes de agua. El testimonio de Analía Sassano no deja dudas acerca de lo desesperante de la situación: “Los bomberos no tienen casco; hay uno solo, y se lo prestan entre ellos. Usan botas de goma; vi cómo a uno de ellos, en un incendio, las botas se le derretían en los pies”. Lejos del naranja omnipresente, lejos de Divermar, lejos del museo MAR, lejos del blanco níveo del afrancesado director provincial de Cultura, el porteño Jorge Telerman, y lejos de tanto dinero tirado, como es el notorio caso del fraude del comité de contingencias climáticas.