Una vez más, la fijación de un precio que es parte de la economía local desata en Mar del Plata un falso debate, plagado de irresponsables, dichos, y actitudes políticas. El valor del tramo de la transportación pública en la ciudad es un escenario falaz de controversia en la que, los que deben tomar las decisiones administrativas de turno y quienes están en la oposición, bailan un pericón de cuidada coreografía que, por reiterado, aburre.
Quedó expuesta la fragilidad de la coalición que llevó a la intendencia a Guillermo Montenegro y la falta de cintura política de su coordinador de gabinete, Alejandro Rabinovich, quienes no pudieron conformar los votos necesarios para dar el aumento, que es un ajuste de valores muy por debajo del costo pasajero-kilometro.
El secretario coordinador de gabinete —al que ya se lo conoce por el divertido apodo de “Willynovich”—, deja expuesto que, lo que se atribuyó en el pasado gobierno de Juntos por el Cambio a la incapacidad del hijo intendencial (sic), es hoy también un atributo de este líder del grupo de Whatsapp con el que cada día se pergeña el entretenimiento mediático que se publica en los portales de la ciudad.
No obstante, hay diferencias. En la intendencia de Carlos Fernando Arroyo, la gestión de gobierno aseguró fondos federales para morigerar el alza del boleto. Muy concretamente, el 30 de julio de 2019 se informaba: “Carlos Arroyo anunció que recibirá subsidios por unos 132,54 millones de pesos del sistema de compensación obligatoria del transporte público, por lo que la tarifa de los colectivos se mantendrá sin aumentar hasta el próximo año”. La recepción de estos fondos fue consecuencia de un accionar responsable y de acciones de gestión política para resolver un dato clave de la economía a favor de la gente.
La temática de la transportación pública es un tema esencial para la vida en los centros urbanos del país. En Rosario van 50 días de paro. El diputado nacional y vicepresidente del Pro, Federico Angelini, declaró esta semana que, para el intendente de Rosario Pablo Javkin, es mayor la preocupación de estar bien con el gobierno nacional que gestionar para el interés de los rosarinos. Su frase textual: “Está más preocupado en tener una buena relación y no plantársele al kirchnerismo que resolverle el problema del transporte público a miles de rosarinos que tienen que ir a trabajar en otros medios mucho más costoso”. Es el mismo sayo que le cabe a Montenegro, quien reaccionó a lo decidido en el Concejo Deliberante firmando el aumento pero con fecha del 23 de agosto, una decisión que sólo tiende a profundizar la crisis del sistema.
En la ciudad de Córdoba, en donde se reinició el servicio luego de dos meses de paros y enfrentamientos, el secretario de movilidad urbana Marcelo Mansilla declaró que la caída de la actividad —debido a la pandemia, en primera instancia, y luego al paro—, hizo que el precio del boleto, para poder hacer sostenible el servicio, debería ser de $236. “Si se tienen en consideración estas mermas, el boleto debería costar a la fecha, en términos de costo-rentabilidad: $236”, dijo.
Sólo con gestión se puede dar equilibrio al sistema. La irresponsabilidad de los actuales actores de la intendencia sólo se explica por motivos públicamente inconfesables.