La ampliación de la planta de Pepsico fue el motivo para que se hiciera presente en Mar del Plata el Secretario General de la Gobernación, Fabián Perechodnik. El funcionario buscó sumarle protagonismo a la gobernación, en un escenario cada día más complejo que pone a la defensiva a la administración de María Eugenia Vidal, por primera vez.
El intendente Arroyo no estuvo presente. Eligió ir a la celebración de la Fuerza Aérea por los 106 años de su creación, donde se distinguió al jefe comunal por el permanente apoyo que la comuna brinda a la fuerza. Obviamente, allí no estaban ni Perechodnik, ni el diputado nacional Guillermo Montenegro, quienes violentan emocionalmente al hombre del piloto, hasta salir de los límites de la formalidad institucional.
Arroyo no saluda al vecino de San Isidro, que lejos de su lugar en el mundo, acude a cuanto acto se presente para hacer imagen, buscando ser reconocido por el electorado vernáculo. Hay que recordar el mal momento que le hizo pasar Perechodnik al intendente, cuando se asumió como comisario político de la gobernadora e intento hacerlo callar. Pretendía ordenar quién hablaba y quién no en la presentación de una nueva aeronave de Aerolíneas Argentinas. Montenegro hoy se hace la víctima, y lo acusa de destrato, como si la educación y el respeto fueran una vía de sola mano.
Sin embargo, se trata de una etapa curiosa. La alianza Cambiemos en Mar del Plata fragmentada, y el accionar de Cristina Coria y Angélica González le da de comer a los opositores, porque ambas ignoran que son parte de un todo o no son nada. Así, sólo provocan ruido a quienes -aun en este esquema económico complejo- piensan en invertir en Mar del Plata. Baste mencionar la imagen de la concejala González, parada frente al mamotreto que estaba construyendo Sergio Goransky en el balneario La Reina, en Playa Grande. Pedía explicaciones, con una carnadura patética excepcional.
Para cuando la curul de la moral de los cinco centavos se interesó en la ocupación de los espacios de playa que impiden la vista playera, era tarde. Eso le pasa por andar detrás de las ñoñerías de Marcelo Pasetti, que siempre va detrás de los acontecimientos. Nada debiera sorprender en esta conducta reiterada de recién llegado, que cree que el baile comienza el día que él mismo se entera.
Sergio Goransky -al tiempo que hacía una exultante cita de la buena temporada 2018, de lo maravilloso que fue para Mar del Plata el apoyo publicitario de la provincia y la Nación- anunciaba que construiría un gimnasio sobre el área de servicios del balneario. Señalaba que así aumentaría el prestigio de Playa Grande. No se puede decir que sea sorpresa: es una construcción prevista en el pliego, anunciada y aprobada como corresponde. Eso sí, de fealdad soviética. Se le nota aquí a Goransky el mes que paso en Rusia para el mundial de fútbol.