Es un damero de interrogantes el escenario real que hay detrás de los títulos que hablan de un estallido seguido de incendio en un depósito clandestino ocurrido en el barrio Regional.
Lo es porque estos hechos, que llevaron a la muerte a Alejandro Amaya de 34 años y a su empleado Franco Fraile de 24, no parecen explicarse simplemente como un accidente ocurrido en un comercio clandestino en el que imprudentemente se almacenaron químicos altamente inflamables.
En la propiedad, en un tercer piso, vivía el occiso Amaya con su esposa Mariana Pavone y dos hijos, internados hoy con delicado pronóstico. En una locación próxima, acumulaban 200 tambores de aguarrás y thinner, otra bomba de tiempo.
El rol de control del Estado está ausente de un modo muy evidente, de manera reciente, por la proliferación de hechos de violencia que salen del marco intra crimen: ya no se trata de ajustes de cuentas en barrios de extra muros, se trata de una criminalidad que actúa de continuo, sin distinguir barriada, y que en estos días elige como blanco a figuras reconocidas de la ciudad. Hay un hilo conductor en el asalto a mano armada del fue víctima Juan Rey en la puerta de su librería en Avellaneda e Independencia, el asalto a los padres de Luis Ignoto acontecido en su hogar, en la zona del puerto, y, el último viernes, el asalto al club Once Unidos, cuyo presidente es Horacio Taccone, concejal de Acción Marplatense.
El hilo conductor detrás de estos hechos lo determinan diferentes factores: la información de momento y oportunidad que manejaban los delincuentes, la violencia empleada en los tres casos, la entidad de actores públicos de los blancos elegidos para la acción criminal y, como indicó Juan Rey en la 99.9: “el profesionalismo de los delincuentes”.
En voz baja, un dirigente político de Juntos por el Cambio con responsabilidades de gobierno en Mar del Plata, ante mi consulta, aseveró que la municipalidad no opina del siniestro en el depósito clandestino de inflamables porque es materia de investigación judicial, y deslizó que el fiscal Fernando Castro evalúa si los químicos que estallaron no serían para corte de droga, a contrario sensu de la pericia técnica que señala que, lo que había en el lugar, en ningún caso sirve para esos propósitos.
Es un dato de la realidad: por las encuestas los intendentes hacen hincapié en la inseguridad como un instrumento de proximidad con el vecino. Pero, a la hora de gestionar, todos advierten que los resortes están en manos de la provincia, y que, aún con presencia de fuerzas federales, hay un esquema de poder que no se perfora desde el municipio. De allí que, en su campaña electoral, Montenegro expresara al Ladrey News: “Con la seguridad no se puede improvisar”.
El postulante oficialista dijo en su momento que su equipo de trabajo tiene “conocimiento y la experiencia de gestión” para resolver la problemática. Hoy, en voz baja, reconocen que pueden manejar el COM, y “hasta ahí nomas”. Realidad, mata relato.