Es obvio, hasta para el más distraído, que la batalla por la Presidencia de la Nación se librará en gran parte a imagen y relato en esta Mar del Plata de verano. Daniel Scioli ha hecho de ficcionar en nuestra ciudad un estado de felicidad que no se da en el mundo real, aupado por el diario La Capital y la cobardía de la clase política local que calla por temor al empresario coruñés: que nada está bien. Menos que menos la seguridad, que tanto nos preocupa a todos. El fallecimiento de Juan Antonio Rizzo, de 64 años, infartado luego de un asalto a su negocio, expone un aspecto de la inseguridad que es invisible a la sociedad: las muertes colaterales que el crimen provoca; personas mayores golpeadas salvajemente, parientes que no pueden soportar el dolor de la pérdida y fallecen tiempo después por cáncer u otra condición terminal… No está cuantificado -ni hay intención de hacerlo-, pero ocurre todo el tiempo.
Decir que la costa está blindada es, como mínimo, una exageración. Aseverar que la seguridad está seis puntos es, a todas luces, una falta de respeto. No hay condiciones básicas mínimas para enfrentar el crimen, que conoce todas las reglas y actúa a su gusto y placer. No existe planificación anti crimen, no hay oficina de inteligencia criminal, y el personal sale en un estado menos que básico en cuanto a su preparación para enfrentar la calle.
En el inicio de temporada, entre las Fiestas, motochorros hicieron a su antojo en Playa Grande. Entraron y salieron del estrecho túnel de los balnearios cuantas veces quisieron sin que nadie atinara a detenerlos. El intercambio de tuits entre Alejandro Arlía, ministro de Obras de la provincia, y el jefe de Gabinete de Florencio Randazzo, Aníbal Pitelli, reveló que la situación de protección mediática que recibe Scioli de los medios irrita a propios y extraños. Aníbal Pitelli dijo en un tuit: “Arlía es un buen compañero; me duele la impunidad mediática de Scioli”. Es tanta la impunidad mediática, que hay situaciones que por no ser publicadas hacen pensar que el Gobernador no sabe qué ocurre en la provincia que gobierna. Que no es “su” provincia, sino la de los que la habitan y la padecen.
Entre aquellos tópicos que el Gobernador “ignora” está el estado de la morgue local. La morgue, ediliciamente, está en estado deplorable, casi que no resistiría una inspección. Mandan las partidas a cuentagotas, y lo que envían no alcanza para cubrir todos los insumos que se necesitan para hacer las autopsias. En el 2014 hubo más de 400 autopsias, y dividiendo el total de la partida que enviaron durante todo el año por la autopsias que hubo, da un promedio de $35 por autopsia, monto que no cubre una caja de guantes, que cuesta alrededor de $65. A ello hay que sumarle los demás elementos que se necesitan, como bisturí, desinfectantes, barbijos, artículos de limpieza y desinfección de la misma morgue, papelería, etc.
La morgue es un lugar que lamentablemente nadie ve, sólo el personal que trabaja allí, y es constante el reclamo de partidas que tardan mucho tiempo en llegar y siguen siendo paupérrimas e irreales. Distinto al rápido acuerdo económico celebrado con la firma SACOA, que embolsó algo más de un millón y medio de dólares por las tarjetas inteligentes para el parque de entretenimiento Diverama, una de las atracciones naranjas del verano 2015.