Vamos a votar el próximo domingo y —tal como me señaló un compañero de ruta hace años—, el político en campaña, es como el perro ante el plato de comida: hay que tener mucho cuidado de no acercarse al plato.
Hay dando vueltas muchos dichos y aún más interpretaciones. Lo que importa, son los datos objetivos: la cartelería pública local del oficialismo está enfocada, en un alto porcentaje, en la persona del intendente Montenegro. ¿Pensará él —o su staff— que mostrarlo más con Patricia Bullrich, le resta votos?
La movida no se entiende. Sería comprensible si se tratara sólo de una elección local, pero esta es nacional y no hay que ser un gran estratega para entender que impulsar la boleta completa es lo prioritario. Raro.
Por respuesta ante estos interrogantes, lo que me dijeron fue «bueno, Fernanda también se muestra sola». Sí, pero ahí hay lógica: ni Massa, ni Kicillof le suman, amén de que está todo roto entre la candidata local y el gobernador, quien hace unos días se mostró junto al ex intendente Pulti.
Más extraña aún fue la charla que mantuve con un armador de Raverta que —inexplicablemente— cruza líneas con el candidato de LLA, Alejandro Carrancio. El gestionador y analista político suelta: «mirá, algo no entendemos: le pidieron una reunión a Alejandro para ofrecerle guita para la campaña a cambio de que se comprometa a apoyar el próximo gobierno de Montenegro». Raro.
Siempre según la misma fuente, el emisario le aseguró a Carrancio que la oferta venía directamente de la privada. Consulté y se rieron alto y claro. Si es así, hay alguien que invoca nombres y poderes sin ajustarse a la realidad de los hechos. Raro.
Una cosa es quedar herido por perder una interna mal. Otra, es estar enojado por una derrota legítima que dijo, con el voto, quién sí y quién no. Hay algo fluyendo que no está bien. Eso es obvio. Una vecina entusiasta que hizo el curso creyendo que iba a fiscalizar para Bullrich fue informada, sólo horas antes, que lo iba a hacer para Larreta. Esa misma vecina tiene capturas de WhatsApp que dan pábulo a esta versión.
Suena muy extraño y de mala leche. Una cosa es tener broncas personales y otra es colaborar para una derrota o un triunfo magro. La palabra «traición» es intensa, pero se ajusta al panorama que advierto. No sería la primera vez que ocurre.
Lejos de estas cuitas que difícilmente lleguen a suponer alguna variación en la elección, otros se han puesto la campaña de JxC al hombro: tres generaciones de militantes de la UCR caminan la ciudad repartiendo la boleta y dando ejemplo de qué es ser parte de una coalición. Marcelo Cardozo se puso la camiseta y está a cargo —con gran entusiasmo—, llevando adelante la distribución de las boletas en la quinta sección electoral.
El día después, debe haber premios, y castigos. No está bien que todo sea lo mismo.