La imagen de Guillermo Montenegro en segundo plano detrás del ministro Dietrich al momento de anunciar la inversión de 100 millones de pesos en asfaltos en Mar del Plata -básicamente en las calles de circulación de líneas de ómnibus- es, cuando menos y siendo pacifico en la descripción, patética. La inversión de marras viene a reemplazar parte de la inversión inicial que se había anunciado para el promocionado metrobus, una alternativa que no está todavía demasiado clara para Mar del Plata por las peculiaridades urbanísticas de la ciudad. Luego del anuncio al estilo voluntarista del PRO -“vamos a construir el metrobus en Mar del Plata”-, pasaron años. El incansable trabajo del ingeniero Pablo Simoni llevó a que las autoridades nacionales entendieran que las opciones reales para mejorar la vida de los marplatenses pasan por realizaciones como la anunciada ayer.
Eso es la buena política atendiendo qué pasa en la vida de los vecinos, enfocando el recurso público, bien escaso por cierto, hacia lo que hay que hacer. Obvio es que en dicha movida con anuncios, la presencia de Montenegro, el candidato PRO aupado en el multimedios La Capital, llama la atención. Ira, risa o pena da verlo intentando ser candidateable usando los recursos del Estado. En un episodio anterior, Montenegro se había mostrado junto al intendente de Pinamar Martín Yeza repartiendo bienes públicos en un club de la ciudad, todo explicitado en las redes sociales y con Yeza de alcahuete menor citando en su Twitter “orgulloso de aprender gestión junto a Guille Montenegro”. ¿Qué? ¿Gestión dónde? Ante la afirmación nació la duda, por lo que decidí ilustrarme e ilustrar, así que veamos en dónde y qué gestionó el vecino de San Isidro.
Siendo ministro de seguridad porteño y sin entrar en la cuestión debatida de las pistolas eléctricas Taser, Montenegro fue denunciado en 2013 por los contratos que generaba con la relacionista pública Alejandra Raful. La denuncia señalaba que Montenegro utilizó cuando menos 8 veces el recurso de decretos de necesidad y urgencia para asegurar coberturas esenciales a la empresa de Raful, con quien estaba vinculado por ser esta madrina de un hijo suyo. Quizá un dato menor, pero crucial, porque los contratos por altas cifras se sucedieron mes a mes y por montos que en algún caso iniciaron en 600.000 pesos y llegaron al millón cuatrocientos mil.
Martín Yeza dice estar orgulloso de aprender de gestión del candidato in pectore del poder en Mar del Plata. Montenegro, que mucha idea no tiene de cómo se cuece el caldo en la ciudad, anuncia que atiende en el Hermitage sábados y domingos, y goza, claro, de la atención privilegiada del anciano de Lugo y su tríada de amanuenses que glosan “Arroyo ya fue; el candidato es Montenegro”. Bueno: el ídolo de la tilinguería local tiene otra denuncia por cohecho y administración fraudulenta a raíz de la compra con supuesto sobreprecio en armas para la Policía Metropolitana. Se compraron 400 pistolas Beretta PX4 Storm de 9 mm a 1.130 euros cada una a la firma Trompia SRL por un total de 452.000 euros, cuando el valor de mercado no supera los 450 euros la unidad.
¿Será esa la lección que lo hizo tan feliz a Yeza?