El diario Argos de Buenos Aires, fundado por el ciudadano inglés Santiago Spencer Wilde en 1821, bautizó a la manzana ubicada entre las calles Bolívar, Moreno, Alsina, Diagonal Julio A. Roca y Perú como “la manzana de las luces” por las instituciones intelectuales que a la época tenían sede en la misma. Por oposición, hace años que no dudo en caracterizar a la cuadrícula delimitada por las calles San Martín, Hipólito Yrigoyen, La Rioja y avenida Luro como “la manzana de las sombras” marplatense, en la que cuesta hallar cualquier clase de luminosidad, sea ésta política o intelectual.
En esa manzana ensombrecida, un pequeño conglomerado de medios vernáculos urgidos de gacetillear sobre la paupérrima actividad de la fauna lugareña que cree que hace política o interactúa con el poder, se muerde la cola a diario alrededor de un grupete variopinto de actores de reparto que busca mantener sus prebendas a como dé lugar, haciendo caso omiso a dos situaciones: que a Carlos Fernando Arroyo lo votó la mayoría de esta comunidad marplatense -y por ello hoy es el intendente-, y que Florencio Aldrey Iglesias podrá exhibir fotos con el poder político presente, pero su realidad es el limitado paseo por el espacio al que le colocó su nombre, lo que lo revela más como un mayordomo ególatra que como alguien que concentra poder real y verificable.
En estos días, a las puertas de duras decisiones administrativas con impacto sobre la marcha de los asuntos públicos de la ciudad, en su persistente actitud de generar acoso mediático para esmerilar la figura del intendente, la cadena de corte y pegue, liderada por el multi Aldrey, graznó de lo lindo, reclamando un funcionariado que ocupe gratis los cargos antes que dejar de abonar horas extras, reducir el uso de vehículos públicos, o dar de baja onerosos alquileres que en número desquiciado había contratado las desadministración GAP. Canal 10, partícipe necesario de la blitz contra Arroyo, llevó adelante una encuesta para agigantar el fuego, preguntándole a la audiencia su opinión acerca del recorte de horas extras a los municipales. Sorpresas te da la vida: 76% de quienes contestaron manifestaron estar de acuerdo con la medida, un 23% se manifestó en contra, y el residual se colocó en un inocuo “no sabe, no contesta”.
El vecino, con razón o sin ella, no ama a los agentes públicos, de cualquier jurisdicción. Nadie que se levanta todos los días a trabajar y pagar impuestos está feliz con un sistema endogámico que siempre busca su autosatisfacción y es percibido como renuente a devolver en servicio al vecino lo que éste contribuye a su salario. El secretario de Gobierno Alejandro Vicente señaló esta semana: “vamos a terminar con el gasto ocioso e improductivo”, en tanto que Daniel Núñez, presidente del Comité local de la UCR, sintonizó eficazmente con el Ejecutivo, y precisó: “los dirigentes municipales fueron cómplices del pultismo”.
No lo van a hacer, pero esta sociedad merecería la publicación de la lista completa de todos los que ingresaron por la ventana durante estos últimos ocho años, como los hijos, primos y queridas de los dirigentes del SIM. El adjunto de Antonio Gilardi, Daniel Zacarías, elige los canales de comunicación adictos -nada “caros”, por cierto- para hablar de “la problemática del empleado municipal”, como si fuera un estadista preocupado por la suerte de su prójimo más próximo. Hay tanta hipocresía en toda esta movida, que si fuera un crimen capital deberían estar encerrados por los siglos de los siglos. Caraduras, mendaces; al decir de Ibsen, enemigos del pueblo.