Es indudable que el poder corrompe. No es aún tiempo de señalar si hay dinero, cargos, prebendas, o algún negocio vinculado a los servicios municipales. Lo que sí está claro es que ni Cristian Azcona, ni Hernán Alcolea, y mucho menos Lucas Fiorini, podrán sostener ante el ciudadano atento que representan algo diferente en esta comunidad: votar la ordenanza de creación de policía local revela qué son, y qué están dispuestos a hacer.
Fue, la que concluyó, una semana en la que Gustavo Arnaldo Pulti debió sudar intensamente con el objetivo de quebrar la posición sostenida por el FR, la UCR y el Bloque Atlántico. Vale recordar que, ante la solicitud del vecinalista Juan Janukovic de “Gustavo decinos qué hacer para que se apruebe este maravilloso proyecto”, la respuesta atribuida al natural de Dolores fue “consíganme un voto, sólo eso, un concejal opositor que vote a favor”.
Desde la hora cero estuvo a la vista de todos que Fiorini jugaba integrado a las intenciones de AM. Incluso fue reconocido por el secretario general de la CGT, Pedro Fernández, quien aceptó en entrevista para la 99.9, que había mantenido conversaciones con Fiorini sobre el particular.
En la mañana del viernes pasado, Hernán Alcolea sostenía: “el dictamen de minoría coincide en una parte con el de mayoría que quiere imponer Acción Marplatense”. Y agregaba: “nosotros estamos del lado del dictamen de minorías que establece una fuerza de la misma forma que en el resto de los municipios. El presidente del bloque de Acción Marplatense dijo que si no se llega a un acuerdo, se pasará a votación y se terminará el tema”. Y se terminó con una gran escenificación, que llevó a Javier Faroni, candidato a intendente del FR, a sentarse en la mesa con Pulti para anunciar que se incorporaban a la votación que Pulti necesitaba. Así que el intendente no consiguió un concejal, sino tres. Y de paso limó a un posible competidor en las elecciones del año próximo.
Tal como señalé más arriba, es pronto para apuntar cuál es la moneda de cambio. Que la hay, sólo un ciego podría no darse cuenta. Lucas Fiorini fue el que habló, quien puso el rostro pétreo antes de irse a misa de siete y lanzó a modo de justificación: “Es una muy buena noticia para la ciudad que se apruebe la policía local. Nosotros siempre hemos pensado en la gente porque consideremos que hay un grave problema de inseguridad y no nos podemos hacer los distraídos con eso. Todos los marplatenses estamos sufriendo la inseguridad”.
No habrá setecientos policías más en la calle en 2105. No hay academia para su formación, ni planes de estudio; no hay leva de ingreso, no se conoce con qué presupuesto se va a sostener todo esto y sobrevuela la posibilidad de que se impulse una nueva sobretasa para pagar este barril sin fondo.
Lejos de las palabras vacías de contenido, los vecinos que sufren inseguridad nos cuentan: “Hace aproximadamente un par de semanas, en la intersección de las calles Arturo Alió y 3 de Febrero, fue instalada una nueva cámara de monitoreo. Todos nos alegramos, pues esto, si bien no soluciona nada, ayuda. Hemos vivido en el último fin de semana disturbios a consecuencia del enfrentamiento de bandas antagónicas (léase menores armados, jóvenes drogados, alcoholizados y sin ningún control). Al efectuar varios vecinos la correspondiente denuncia, nos fue preguntado el tiempo de respuesta policial, entre otros varios detalles, por lo que nos sugirieron nos comunicáramos al 147 porque, según nos dijeron, la policía debe actuar en tiempo real, para eso está el monitoreo. Efectuada la consulta, recibimos no sin sorpresa la serena respuesta del operador que muy amable nos dice que no sólo no fue puesta en funcionamiento sino que el tendido de red es bastante complicado, además de muy caro”.
Cámaras que no están conectadas a ninguna parte, una fuerza que no se sabe a ciencia cierta cuándo funcionará ni al mando de quién lo hará… Cháchara miserable, cascarilla de cambio para el trasiego de dinero público al bolsillo de unos pocos.