
Luego del huracán de las elecciones, los vientos de la intriga cubren al escenario político de la ciudad. Guillermo Montenegro comienza a correrse públicamente del día a día de la gestión.
En los hechos ya era así, pero ahora esa situación se hace visible: el intendente se va a alejando y se plantea la intriga de con quién se entiende que se debe llevar adelante, a partir de ahora, la tarea de gobernar; qué tipo de alianza estructurar para que, en momentos turbulentos, no se termine yendo todo al carajo (y no hablo del canal de streaming).
Le han enviado mensajes públicos, pero él no parece recoger el guante ni entender de qué se trata la construcción de su gobernabilidad. Quien está llamado, no califica. Y no es un comentario personal, es una lectura política lisa y llana. ¿En qué cabeza cabe que, quien nunca se sometió a la prueba de las urnas, vaya estar en la misma mesa que aquellos que construyeron un camino, elección tras elección? Una cosa es charlotear por X, y otra afrontar el desafío de buscar el voto ciudadano. En medio de la expectativa por lo que viene, la pregunta se repite una y otra vez en atención a la nueva composición del Concejo Deliberante, que ya no tendrá una mayoría automática… salvo que se construya una nueva.
Difícilmente el ex intendente y líder de los accionistas marplatenses asuma su banca. Lo digo por el compromiso que tiene para que Raúl Calamante ocupe un lugar en el HCD. Salvo que la hagan renunciar a Melisa Centurión —que ocupó el segundo lugar en la lista—, el delegado de la Secretaría de Trabajo de Kicillof en Mar del Plata verá al cuerpo deliberativo desde afuera. Sería complicado, porque el SUTEBA fue —según distintas fuentes— el financista de primera instancia de la campaña, y quiere su parte del pastel.
Si Pulti no asume, será otro candidato testimonial como lo han sido los intendentes peronistas del conurbano. Amén de ello, hay una situación con respecto al cargo en Diputados de la PBA: Por un lado, la monetaria. Por otro, quien ocuparía la banca, responde a La Cámpora que, por cierto, detesta a Kicillof.
Debe señalarse que, salvo el caso de Azcoitía, que sigue yendo —tal como refleja la difusión de Nuevo Aires— a escuchar a la gente, los demás electos de todas las fuerzas se han corrido de la escena pública. Los desafíos están a la vista: no hay novedades de peso en materia de seguridad, el Cementerio Parque sigue igual de destruido, las calles muestran baches que ya son añosos. Lo que persiste es esta retahíla de dimes y diretes que reflejan ambiciones menores y codazos para ver quién luce menos malo ante los ojos de la ciudadanía.
El escenario nacional va a teñir todo de colores variopintos en las próximas semanas. No se ve que haya ninguna oleada violeta. El gobierno nacional no asume la derrota autoinfringida y los socios del momento ya se preguntan qué han estado haciendo.
Los que creyeron que tenían los votos para sumar ocho concejales y ya repartían cargos, lo que buscan hoy, es que no se los nombre, tal es el caso del patético edil libertario —o algo así— Emiliano Recalt, que por los pasillos del Concejo anunciaba el reparto de cargos como chocolatinero de cine por la tarde.
Les falta tanto…