En 2018, el desafío en General Pueyrredón será recuperar el sentido común de qué debe pagar la administración municipal, luego de décadas de creación de organismos que han tenido que ver con momentos, o modas, o ambiciones personales.
La llegada de Hernán Mourelle a la Secretaría de Hacienda constituye un tópico disruptivo en el orden dado al gasto público y las responsabilidades y consecuencias que derivan de él. Sin plan B, Mourelle ha dado la batalla contra los molinos de viento, y las aspas lo han revolcado ya en demasía a su paso por la cancha áspera de la política lugareña.
Cada intento de recorte de beneficios ha provocado un escándalo. La crítica de la ponderadísima contadora del EMSUR —subida al estrado de la política por boca de la concejal de Unidad Ciudadna Virginia Sívori— señala que el presupuesto para el ente para 2018 es manifiestamente insuficiente, y que del modo en que está planteado, según los lineamientos brindados por Hacienda, es inviable. Pues sí: los entes creados en el gobierno de Blas Aurelio Primo Aprile bajo la impronta del exministro de Obras Públicas de la Nación Roberto Dromi, se han vuelto inviables, y el EMSUR es un ejemplo: seiscientos empleados ocupa el ente, en su mayoría con rango de capataz o superior.
Además, hay una cantidad aplastante de burocracia, que es manifiestamente incapaz de brindar soluciones a la sociedad. La Defensoría del Pueblo, por ejemplo, nació de la impronta de dos políticos hoy ya retirados de la escena pública. El defensor del pueblo, el ombudsman, es una figura creada por la monarquía sueca en 1809. Fue un intento de quitar poder a los partidos anarquistas y socialistas de la época en la turbulenta Europa de fines del siglo 19. ¿A quién sirve hoy, qué problemas realmente resuelve? Bueno, resolvió los problemas de los nombrados. Fue una idea alumbrada para un cargo, y hoy, por contingencias políticas de reparto de poder, son tres. Es decir, dinero despilfarrado; las tareas que se supone deben llevar a cabo cuentan ya con 24 defensores del pueblo, si estos desarrollaran la función para la que los hemos elegido por el voto popular. Se llaman concejales.
En estos años, replicando estructuras nacionales, se han adosado al presupuesto la Dirección de Derechos Humanos, la Secretaría de la Mujer; se ha expandido el área de Cultura a 5 subsecretarías… En síntesis: repensar el Estado municipal implica ciertamente redefinir roles esenciales. Cortar el pasto en una plaza no puede ser una actitud heroica. O que el funcionario escuche la queja del vecino en un medio de la ciudad y de allí parta la respuesta. Hay demasiadas estructuras ociosas e innecesarias que en áreas tales como Derechos Humanos siguen manejadas por fuera por exfuncionarios, como es el caso de José Luis Zerillo, con recursos que financian a grupos que en la calle atosigan al ciudadano de a pie día tras día. Revisar, reorganizar, priorizar el dinero público es el tema indispensable de la hora.