Comenzó a circular por las redes, de allí a los medios, y de vuelta a las redes, en un sinfín cuasi perfecto de estupidez y oportunidad política, claramente expresado en el decálogo de Joseph Goebbels para la propagada de masas, en su Principio de la exageración y desfiguración: “Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave“.
El estado de las calles en Mar del plata es desastroso; así lo reconoce el intendente Arroyo, quien asevera ciertamente que es parte de la herencia recibida. Y así es, y no sólo por los ocho años de gestión de Gustavo Arnaldo Pulti en que el EMVIAL fue literalmente desguazado -faltan máquinas, motores de equipos que no se puede establecer dónde están, si fueron desmantelados o vendidos sin documentación de respaldo, por ejemplo-, sino que además, la refacción de calles y avenidas fue objeto de negociados con las empresas contratistas seleccionadas para llevar adelante los trabajos.
Unir el reclamo de no pagar o suspender la VTV porque las calles están rotas es sencillamente estúpido. Lo que no es estúpido es haber introducido el tema en la agenda diaria, maniobra del diario La Capital y la cadena de medios de corte y pegue, que sigue pergeñando acciones que acaben en un sitio conocido para los corsarios: la torta del presupuesto público.
Ahí es precisamente donde juega el cuarto principio de la propaganda de Goebbels: en insistir una y otra vez con una idea estúpida hasta que sea repetida y citada como de sentido común. El estado de las calles es el fruto malicioso de los negociados de obra pública. Es simple: se hace un pliego que exige determinado espesor de superficie; se hace el trabajo con un espesor menor, y los millones que resultan del menor uso de material va a una cajota feliz que reparten unos pocos en perjuicio de toda la comunidad.
No sería complejo investigarlo. He aquí un dato que puede ayudar: la empresa Alpavial ha pagado los gastos de fiscales y personal de Acción Marplatense cuando menos en las últimas seis elecciones. Muy prolijo para el armado requerido, fue Santiago Bonifatti quien coordinó el pago que se hizo con fondos provistos por Alpavial a través de una empresa de cobranzas de la ciudad.
Los asfaltos de Mar del Plata no están fracturados desde el 10 de diciembre último a esta parte: están como están por la desidia y los negociados de la desgestión pasada, que hizo con este y otros menesteres públicos caja para financiar la política, siempre en perjuicio de la comunidad. Que Santiago Bonifatti esté dando cursillos de administración comunal es otra de tantas idioteces que se admiten en una ciudad en la que los que deben informar andan a diario arrodillados por un diezmo que la política deja de manera vergonzosa en su patéticos bolsillos.