1) Dario Oroquieta
(en lo importante: cambió al jefe de prensa)
Integrante de la troupe de turistas que pasan por Mar del Plata, don Orto Quieto —como le dicen a sus espaldas en el COM—, no conoce la ciudad. Se maneja con desprecio con los locales, y naufraga sin destino en el fracaso más grande de la última década en materia de seguridad. Eso sí, aferrado a lo importante, cambió de jefe de prensa. No hay nada como cuidar la imagen.
2) Jorge González
(aplicado, niega a los amigos)
Conocido como “El Guasa”, culata inamovible del “ruso malo” (no confundir con Willynovich), dio un informe aplicado sobre el proyecto privado para el área de la ciudad conocida como “Lago Stantien”. Eso sí, fue muy poco generoso con su colega y compañero de ruta Guillermo De Paz, factótum del avance del proyecto a nivel municipal.
3) Luis Distéfano
(por la verdad)
Ex secretario de Educación, da batalla. Dice que está decepcionado de la política, pero avanza en una fundación para fijar propósitos y agenda para avanzar en un escenario integral a favor de la educación pública en la ciudad. Su denuncia sobre el dislate actual es señera. Va por la verdad.
4) María Mariangeli
(un dolor inabarcable)
Enfermera, trabajaba doble turno y almorzaba entre empleos en la cabina de la camioneta de reparto junto a su esposo, para juntar el dinero en el sueño de la casa propia. No la mató el Covid, la mató la indiferencia de un sistema que hace imagen y medios, pero no se ocupa de las personas.
5) Eduardo Agüero
(sentido común)
Desde el Colegio de Arquitectos advirtió, con tiempo, que existe el riesgo de que ocurran eventos dañosos por falta de mantenimiento de frentes. La administración que paga horas extras no trabajadas y deja sin personal areas esenciales, no escuchó. La advertencia, dada en tiempo y forma, implica que la muerte de María Gómez es, ciertamente, un caso de negligencia criminal.
6) Gonzalo Fabián Britos Venturini
(vuela alto el águila patria)
Piloto militar. Sueños de águila. Heredero de una tradición de valientes. Fallece en el marco de un entrenamiento de rutina. Gloria y honor al bravo que vivió como eligió.
7) Cristina Elisabet Fernández
(Google la noqueó)
Y un día, la mala costumbre de “trabajar” Wikipedia para generar historias le pegó en contra. “Ladrona de la Nación” fue el término que alguien subió en el portal de variada información y que Google recogió en una búsqueda más. Duro golpe a la arquitecta egipcia que no encuentra en el espejo la imagen que quiere se vea de ella.
8) Gustavo Galván
(agitando el cuco)
Director del HIGA, en una charla por Zoom, salió a agitar el miedo al pico y a los muertos apilados en los pasillos. Menos militancia del miedo, y más aplicación a la vida en sus responsabilidades contingentes. Vergüenza dan.
9) Pablo Barragán
(un tanto injusto)
Tiene a un grupo de personas de acampe con frio polar allí, a las puertas del municipio. Parece que hay una extraña tabla que suma puntos por días de permanencia. Después de dos semanas, recibió una oferta de la comuna y, lacónico, respondió: “después de tanto tiempo en la calle lo que ofrecen es injusto”. Y, bueno, son los riesgos de estar todo el tiempo con la mano extendida hacia arriba.
10) Ricardo Perdichizzi
(¿y las víctimas?)
Buceador certificado, el magistrado de ejecución de sentencias liberó al responsable de la muerte de Analía Nicuez y sus dos hijos porque, luego de 5 años, la medida es “imprescindible” para “garantizar el fin de la pena impuesta, tanto como la debida resocialización”. Y los muertos, allí están, en el cementerio, pasando su pena de eterno cumplimiento.