Un país de sordos

Este título podría utilizarse en una nota de carácter político y seguramente le alcanzaría a todos los que juegan en ese terreno, del palo que sea. Pero esta vez lo tomamos de manera más literal: el uso y abuso de dispositivos técnicos que van directo al oído medio, más el sonido urbano cada vez más histérico, nos van dejando sordos a todos.

pag.4 a El ruido es un sonido desagradable y molesto, con niveles excesivamente altos que son potencialmente nocivos para la audición. Puede presentarse de manera continua, fluctuante, intermitente o impulsiva y dependerá de ello la profundidad y la rapidez con la que se desarrolle la pérdida auditiva, lamentablemente irreversible.

Estamos hablando del contaminante ambiental más frecuente en los lugares de trabajo, en la calle, en la vida cotidiana, dependiendo la gravedad del impacto en el volumen y el tiempo de exposición al mismo. Se ha tabulado la relación intensidad-tiempo-daño, llegando a un límite de exposición de 8 horas para 90 decibeles (Db), 4 horas para 95 Db, 2 horas para 100 Db y así sucesivamente, hasta apenas 15 minutos para 115 Db, superados los cuales, ya hay consecuencias.

La contaminación acústica presenta unas características concretas que lo diferencian de otros contaminantes: no deja residuos, no tiene un efecto acumulativo en el medio, pero sí puede tener un efecto acumulativo en sus efectos en el hombre. Tiene, eso sí, un radio de acción mucho menor que otros contaminantes, es decir, se localiza en espacios muy concretos. No se traslada a través de los sistemas naturales, como el aire contaminado movido por el viento, por ejemplo.

Se percibe sólo por un sentido, el oído, lo cual hace subestimar su efecto. Esto no sucede con el agua, por ejemplo, donde la contaminación se puede percibir por su aspecto, olor y sabor. Actualmente, la contaminación acústica es una de las mayores preocupaciones en las áreas urbanas, por lo que ha crecido en las últimas décadas y se calcula que son varios cientos de millones de personas los que soportan niveles medios de 65 decibelios, el límite aceptado por la OMS.

Algunas reacciones fisiológicas y psicológicas que surgen como consecuencia de sonidos excesivamente altos tienen su origen en el deseo natural de autoprotección. Los animales silvestres reaccionan a sonidos con un estado de alarma, por lo que están más atentos a posibles riesgos: se despiertan, se esconden o se enfrentan a la causa del ruido y el cuerpo reacciona inmediatamente con la secreción de adrenalina.

En el hombre podemos observar consecuencias psicológicas, físicas, sociales y económicas: malestar y estrés, trastornos del sueño, pérdida de atención y del oído, retraso escolar, afecciones cardiovasculares, agresividad, dificultades de convivencia, baja productividad, accidentes, pérdida del valor de inmuebles, y un largo etcétera.

Noticias & Protagonistas: En un trabajo suyo para el Congreso de Otorrinolaringología se consideró la “pasión por el ruido” como un grave problema para la salud, ¿verdad?

Graciela González Franco: Sí, es un tema grave e internacional, pero a veces queda como flotando en el aire. Es un problema de política sanitaria que complica sobre todo en centros urbanos donde el sonido ambiente es muy intenso, agregado a esto que las nuevas tecnologías, como los reproductores de música, se usan cada vez más fuerte.

N&P: Y se agrava en los chicos…

GF: Sí, y el problema es que ya les parece agradable aunque dañen el oído interno. Hoy sabemos que exponerse a tres horas diarias con auriculares intracanales, los que se ponen adentro de la oreja, hace que uno de cada cinco chicos dentro de unos años tenga lesiones. La OMS habla de un tope de 85 Db pero no constantes, porque en cualquier cumpleaños infantil o recital, se supera largamente; en los boliches, en los jardines de infantes, lo usual son 120 Db, lo que equivale al ruido del despegue de un avión.

N&P: ¿Es verdad que el ruido del tráfico en una esquina céntrica de Buenos Aires está en los 90 Db?

GF: Sí, y si a eso le agregamos tres horas de uso diario de auriculares, imagínense cómo quedan esos tímpanos. Es más: se probó que los chicos escuchan música hasta 120 y 130 Db de entrada directa. Hice una encuesta en un colegio del conurbano, les pregunté a los chicos si dejan el volumen del reproductor cuando lo encienden: el 58% dice que lo suben, siendo que al encenderlo ya es más de 90 Db. Están siempre expuestos, y sabiendo que en los boliches el ruido ambiente llega a 119/120, les pregunté primero si van habitualmente: el 75% dijo que sí; les preguntamos si el ruido, la música, les parece agradable o les molesta, el 85% contestó que era agradable. Uno sale disfónico porque tiene que gritar, y con dolor, pero a ellos “les gusta”; salen confundidos pero ya ni se dan cuenta.

N&P: ¿Y no es ese un tema central en salud pública?

GF: Debería serlo, por eso nos preocupa. Estamos hablando de chicos porque yo hago otorrino infantil. Llamo a un paciente en la sala de 8 años, escuchando música tan fuerte que yo también lo hago aunque el auricular lo tenga él. Los jueguitos, los teléfonos celulares, todo tiene auriculares y el sonido va directo al tímpano.

N&P: En los colectivos de Mar del Plata suele ser insoportable. ¿En los subtes porteños también?

GF: El subte es terrible. Yo empecé hablando de eso en el Congreso. Lo que hay que lograr es que la gente se dé cuenta, hacer prevención, educar a todos, a los adultos que conviven con esto y lo han incorporado; los chicos que ya llegan a que les parece agradable. Si se les dieran tapones para protegerse de ruidos intensos ¿los usarían?: el 85% contestó que no. ¿Por qué ponerse tapones si es agradable? Uno, cuando habla de esto, los adolescentes creen que quiero que abandonen la música… a mí me encanta la música, lo que quiero es que a todos los que les gusta lo puedan seguir haciendo toda la vida.

N&P: Es que si no lo entienden y modifican la conducta, hay una gran posibilidad de que queden sordos, ¿no es así?

GF: Como mínimo a los 40 años van a tener una pérdida de audición tal que ni siquiera van a poder interactuar con el otro, no van a poder manejarse diariamente, y van a vivir con un zumbido constante, el “acufeno” insoportable e irreparable.

 

Sugerencias

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Los niños y los ancianos son más sensibles a los ruidos que perturban su sueño, aunque su reacción no es la misma: mientras los ancianos son más propensos a despertarse debido a la ligereza de su sueño, ambos grupos mostraron alteraciones vitales debido al ruido, aún durmiendo a pierna suelta: alteraciones del pulso, vasoconstricción, modificaciones en el electromiógrafo y en el encefalograma (experimento realizado por el doctor Alain Muzet, del Centro de Estudios Bioclimáticos del CNRS, en Francia). Incluso se demostró que con niveles de ruido altos, la tendencia natural de la gente hacia la ayuda mutua disminuye o desaparece, reapareciendo en el momento en que se suprime la presión sonora.

La prevención del daño auditivo no consiste en la mera entrega de protectores a los trabajadores, sino en un conjunto de actividades controladas. El uso de protectores auditivos es una parte del programa que comprende la determinación de la exposición al ruido, controles técnicos y administrativos del ruido, protección auditiva, evaluaciones audio métricas y mantenimiento de registros de casos. En el área laboral es de importancia recalcar que la Ley 18.345/69 define que las pericias médicas deben ser efectuadas por peritos médicos, con el título de médicos legistas o especialistas en la rama de la Medicina.

Un protector auditivo óptimo, según plantea el ingeniero Claudio Décima, especialista en Higiene y Seguridad y docente de la Universidad Tecnológica Nacional, debe cumplir ciertos requisitos: no ser excesivo en la protección, para evitar la sensación del aislamiento; la comodidad para portarlo; que altere lo menos posible el sonido de la propia voz; que no provoque transpiración (como las orejeras), etc. En definitiva, el protector auditivo óptimo es aquél que el usuario está dispuesto a llevar por propia voluntad comprendiendo el enorme valor de utilizarlo.

Los protectores auditivos deberán utilizarse mientras dure la exposición al ruido, su retirada temporal reduce seriamente la protección. Hay que resaltar la importancia del ajuste para conseguir una buena atenuación a todas las frecuencias. Al estar mal ajustados presentan una atenuación muy inferior, o retardar el retorno al sonido ambiente natural al retirarlo. Algo más: se sugiere no prestarlo a otra persona.