Ciencia aplicada: lo que nos hace diferentes

Es un año trágico para nuestro país, que quedó en manos de una secta que, encerrada en sí misma, vive un escenario onírico de desafíos y de enemigos que sólo existen en sus mentes. El gobierno repite el mismo escenario de la década de los setentas: “Campora al gobierno, Perón al poder”. El poder real, hoy, está en el instituto PATRIA.

En medio de este escenario de grotescos, con USD $3.800 millones de reservas —de las cuales USD $3.000 millones son reservas en oro—, lo que hace prever lo peor en cuanto al valor de nuestra divisa, inflación y, consecuentemente, deterioro del bienestar general; como en tantas otras ocasiones, la diferencia, y la mirada a futuro viene por el lado de la ciencia.

Fue en la década de los noventas cuando se comenzó a despejar la bruma ideológica que no admitía la vinculación de actores privados y públicos, esa que ahora permite sostener, con recursos y visión de mercado, las investigaciones básicas que devienen en productos que hacen la diferencia.

En estos días, haciéndose un lugar entre los temas de la pandemia, el dólar, las reservas y los augurios siniestros, la resolución del gobierno aprobando la variedad de trigo genéticamente modificado HB4, desarrollado por la empresa argentina Bioceres junto a la Universidad del Litoral y el Conicet, abre una oportunidad de proyección mundial para la ciencia de nuestro país tras quince años de trabajo de un equipo liderado por la científica Raquel Chan.

Y no es lo único: dos egresados del sistema educativo argentino con distintas competencias abrazan la “loca idea” de un lanzador espacial íntegramente nacional y de proyección internacional. Federico Brito y Dan Etenberg formaron LIA Aerospace, una startup que plantea llevar satélites al espacio en 2024. Según publica INFOBAE, apasionados por la carrera espacial, pero sobre todo por la física, los sistemas de propulsión, los motores y los combustibles que la hacen posible. Los emprendedores están al frente de una novedosa y pionera empresa con 16 empleados, fondos iniciales de USD $100.000 y un mercado potencial de miles de millones de dólares a nivel global. Ambición y entusiasmo no les falta: esperan que su primer cohete viaje a la órbita baja de la Tierra en 2024, muy posiblemente llevando micro satélites”.  

Así mismo, y ante el desafío de otra pandemia, la de los incendios descomunales que impactan en todo el planeta, se convocó a un concurso de ideas y propuestas por parte de la NASA. El proyecto de Iván López, Alejo Zuviria, Diego Moros y Alejandro Biarrieta fue seleccionado en la competencia internacional NASA Space Apps Challenge, en el rubro “Mejor uso del hardware” en la categoría “Confront – Spot that fire V3.0” (detecta ese fuego). No fueron los únicos argentinos seleccionados: Victoria Lomanto, una estudiante de física de Rosario, fue también seleccionada gracias al desarrollo de una app web que permite catalogar las ondas gravitacionales.

Hay vida después del desquicio que la secta le provoca al país, en no donde todos piensan que la única salida es Ezeiza.

Hay razones del corazón que el bolsillo no comprende.