En apenas 48 horas se dio lo que en diez meses había parecido imposible. La justicia desalojó la casa de Leñatero 565 que a principios de enero su propietaria había encontrado ocupada por una pareja mayor y, el lunes pasado, por más de una decena de personas que disfrutaban de sus instalaciones, incluida la piscina.
La ampliación de la denuncia presentada por Viviana Villena, presidenta de la sociedad que tiene la titularidad de este inmueble, activó la investigación con testimonios y revisión de documentos hasta derivar en la salida de sus ocupantes.
El fiscal Eduardo Elizarraga, el mismo que a principios de año no había avanzado con el planteo de quien se presentaba como damnificada, anoche elevó el pedido al Juzgado de Garantía para que se restituya el inmueble a quien certificaba ser su dueña. El juez David Mancinelli, que intervino en el caso, ordenó entonces lo que en la dinámica judicial se conoce como “lanzamiento” o desalojo.
A media tarde del miércoles, personal policial llegó a la vivienda donde durante la víspera habían permanecido solo cinco personas, entre ellas dos menores de edad. Al anticipar el ingreso, según fuentes de la investigación, solo había un hombre que habilitó el acceso.
En el interior
Lo que se encontró en el interior sorprendió y mucho. Había u na generosa bodega cargada con vinos de decenas de etiquetas de primera línea. Estantes con variedad de bebidas alcohólicas a granel, desde aperitivos hasta champagne . Packs de gaseosas y varios cajones con mercadería fresca, desde limones y morrones hasta huevos y verduras.
Puertas adentro también se percibieron cambios. Entre las novedades que tenía la decoración anterior se destacaba un gran afiche, enmarcado, con imagen de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Estaba colgado sobre la chimenea del hogar, junto al living donde sobre la mesa estaba ordenado, listo para iniciar juego, un tablero de ajedrez.
Antes, como ya publicó LA NACIÓN, la titular había notado pronto la profunda intervención sobre su domicilio de veraneo. Los intrusos le habían pintado el frente de otro color, instalado equipos de aire acondicionado en algunos espacios, colocado una suerte de cascada en el parque que da a la entrada y hasta puesto nombre a la casa, bien a la vista desde un cartel tallado en madera: “Volver a vivir”, la bautizaron.
Dueños
“El fiscal por fin entendió que somos los legítimos dueños, quedó claro lo que era evidente”, señaló Villena, que esperaba los últimos pasos para volver a tomar posesión de la casa que la tiene como titular hace dos años y medio.
Quienes allí estaban viviendo, según se pudo confirmar, tienen domicilio en Mar del Plata. De acuerdo a datos recabados por LA NACIÓN, fueron notificados de su presencia ilegal en ese inmueble. Intentaron justificar con la presentación de un contrato con formato de “cesión de derechos”. Para la Justicia no tiene validez si no está determinada en su totalidad esa cadena de cesiones.
La retirada de casi todos los ocupantes se dio entonces antes del ingreso del personal policial que venía cumplir con la diligencia judicial de desalojo. Quedaron en el inmueble al menos dos cuatriciclos y una moto, con sus correspondientes cascos y un tráiler para trasladarlos. Ninguno de ellos pertenece a la dueña original de la casa, que siguió todo el procedimiento desde la vereda.
El delito de usurpación no prevé la detención de los responsables ya que, de acuerdo al Código Procesal Penal vigente, tienen una pena inferior a los tres años de cárcel.
Patente adulterada
Villena se había percatado de la usurpación el 5 de enero, cuando llegó con su familia para veranear. Entonces se encontró con una pareja que vivía en su casa y argumentaba que tenía un contrato para permanecer allí. En ese documento se respaldó el fiscal Elizarraga para mantener las cosas como estaban. La dueña, según contó ella misma a LA NACIÓN, decidió volver a Bella Vista -donde reside- porque no podía sobrellevar este conflicto en presencia de sus hijos, que la acompañaban en lo que debían ser unas semanas de vacaciones en Cariló y fueron el inicio de esta pesadilla.
Volvió al balneario esta semana, cuando se permitió después de ocho meses la circulación en las rutas e ingreso a los distritos de la zona. Entonces se encontró con un escenario peor: su casa estaba cambiada hasta en sus colores y tenía más gente en su interior. Cuando quiso entrar le respondieron a los gritos.
En la puerta había tres vehículos modernos. Con apoyo del secretario de Seguridad de Pinamar, Lucas Ventoso, una sencilla consulta de datos permitió establecer que al menos uno de ellos tenía patente duplicada – la dueña del vehículo original vive en Pilar- y también alterados sus números de motor. Quedó secuestrado y la causa la investiga el fiscal Juan Pablo Calderón. Quien dijo ser titular de ese auto también es de Mar del Plata y argumentó haber sido estafado. Será citado a declarar a la brevedad.
De acuerdo a datos surgidos de la causa, la Justicia identificó en la casa a Patricia Elguero, de 48 años; Luciano Martínez, de 25, y Paul Echeverri, de 32. Todos abandonaron la vivienda y próximamente serían citados a indagatoria por Elizarraga bajo cargos de “usurpación de inmueble”.