Estudiantes abarrotan las colas del hambre en Reino Unido para recibir una bolsa de comida

También trabajadores extranjeros se ven obligados a recurrir a los bancos de alimentos, que han duplicado la cantidad de paquetes que reparten.

Hace solo un mes, una cruda fotografía se hizo viral en Reino Unido. En ella aparecen decenas de personas haciendo cola en Glasgow a varios grados bajo cero y en medio de un tormenta de nieve para recibir un plato de sopa preparado en la calle por la organización de voluntarios Kindness Homeless Street Team. Sin embargo, la imagen es solo un reflejo de un grave problema que azota a una parte importante de la población británica y que se ha recrudecido con la pandemia de Covid-19: el hambre. Así lo confirma la entidad, que asegura que esa noche, una de las más frías de todo el invierno, le dieron de comer a 220 personas. «Algunas eran personas sin techo, sin trabajo, que acaban de salir de la cárcel y algunas simplemente necesitan un empujón. Nuestro equipo se aseguró de que nadie pasara hambre, como hacemos cuatro noches a la semana».

Un informe publicado hace un par de semanas por la Biblioteca de la Cámara de los Comunes, un servicio de investigación estadística e información imparcial con sede en el Parlamento, asegura que la pandemia ha provocado un «aumento acelerado» en la cantidad de paquetes de comida distribuidos por los bancos de alimentos, particularmente los que se entregan a familias con niños.

Los datos de las organizaciones que colaboraron en la investigación no dejan lugar a dudas: Trussell Trust, que agrupa a la mitad de los bancos de alimentos en el país y que están gestionados por iglesias y otros grupos, informó de un aumento del 47% en el número de paquetes de alimentos de emergencia que distribuyó en los seis meses de marzo a septiembre de 2020, en comparación con el mismo período de 2019; y la red Independiente de Ayuda Alimentaria, IFAN, informó de un aumento del 62% en la distribución de paquetes de alimentos de emergencia en octubre de 2020 en comparación con octubre de 2019.

Los bancos de alimentos independientes también experimentaron un aumento del 88% de sus usuarios durante el período de febrero a octubre de 2020 en comparación con el mismo período de 2019.

Que esto suceda nada más y nada menos que en la quinta potencia económica mundial, que además puso en marcha uno de los esquemas más ambiciosos de protección de empleo, da cuenta de la magnitud de la crisis, que no solo va de números, sino de gente con nombre y apellidos que, como dice Raquel, una ‘au pair’ española de 24 años, «pasamos la vergüenza de tener que pedir comida en una cola para poder sobrevivir». Sin esta opción «me habría quedado sin comer», asegura esta malagueña, que perdió su trabajo de la noche a la mañana. «La familia con la que estaba prescindió de mí y me quedé sin nada. Me acogió en su habitación de alquiler una amiga que ya había acogido a otra, aunque no está permitido, y las tres dormimos en la misma cama». Sus familias en España «no tienen ni idea» de lo que están pasando.

Los padres de una de ellas, que está estudiando en la Universidad, son los que pagan la habitación, mientras que las otras dos «vamos a pedir la comida». «No nos da para más, y no somos las únicas. Conocemos gente de otros países que está igual», afirma Raquel, y explica que «muchos estudiantes y ‘au pairs’ trabajaban algunas horas como camareros o dependientes de tiendas, pero con el confinamiento se quedaron sin nada».

María, la estudiante, dice que sus compañeros también «hacen las colas del hambre» con tal de poder seguir estudiando en el país. «Si yo le digo a mis padres que nos están pagando la habitación a tres personas, les entra algo», dice, agobiada, pero «es que en España la cosa tampoco está mejor, y no queremos irnos para luego no poder volver, eso le pasa a los demás».

La tercera del grupo se muestra resignada y explica que hay quienes lo pasan peor: «Tengo un amigo que se vino a hacer un posgrado, se trajo a su mujer y su hija y están igual que nosotras». La situación es aún peor para los menores, muchos de los cuales solo tienen una comida caliente al día: la que reciben en los comedores de los colegios, cerrados durante la pandemia. Como medida de emergencia, uno de cada cinco centros escolares británicos creó un banco de alimentos durante esta crisis.

El informe State of Hunger, la investigación más grande jamás realizada sobre el hambre y el uso de los bancos de alimentos en el Reino Unido, que se llevó a cabo durante tres años hasta su publicación en noviembre del 2019, reveló que el 75% de los usuarios de los bancos de alimentos tienen al menos un problema de salud. Además, 7 de cada 10 encuestados reconocieron haber sufrido alguna experiencia dramática justo antes de recurrir a los bancos de alimentos, como un desalojo o la pérdida de un trabajo. Los datos, tras la pandemia, serán mucho peores, según los modelos matemáticos realizados por la Universidad Heriot Watt y el Instituto Nacional de Investigación Económica y Social.