Con gran despliegue, el medio de Florencio Aldrey Iglesias publicó: «Así sería el circuito callejero marplatense para el Gran Prix de TC 2000 del año próximo». Un titular en la portada, con gran despliegue, destinado a intentar imponer una opinión concreta en la comunidad marplatense.
Entre los párrafos más destacados de la nota, se lee: «¿Dónde sería? Una idea es armar el callejero en la Rambla Peralta Ramos, con epicentro delante del Hotel Casino, el Hotel Hermitage y el NH Gran Hotel Provincial, con una longitud aproximada de 2.800 metros». Léase: en el espacio que el emprendedor galaico considera suyo. La zona de la ciudad que dominaría la escena se definiría de acuerdo a la satisfacción ególatra del coruñés que suele decir, mirando desde los ventanales del Hermitage, «todo esto es mío».
Sin embargo, lejos estamos de aquella época en la que, ciertamente, una tapa del diario los ponía a todos en fila a hacer abluciones como siervos ante el amo. Tal como lo comprobó la famiglia Massa, el poder está democratizado, y conseguir el silencio mediático en la actual era de las comunicaciones no es factible ni para «Tomasito», ni para Elon Musk.
Es raro que la publicación no haya sido levantada luego del varapalo que se llevó el diario: quedaron como bonobo irritado luego de una tarde al sol, dados los comentarios de los lectores —y eso que, en su gran mayoría, hoy el lector promedio de dicho medio, es kirchnerista—. El aspecto crucial que provoco irredenta indignación del público fue el que señala: «El sentido de giro sería antihorario y transitarían por Peralta Ramos, rotonda de diagonal Alberdi, Entre Ríos, avenida Luro, Buenos Aires, avenida Colón, Sarmiento y retome nuevamente en Peralta Ramos. Habría un cambio de mano o reductor de velocidad en Arenales y la Costa». Es decir, una carrera en medio de la ciudad, a través de nuestras estrechas calles céntricas, y rodeadas de artefactos urbanos altamente peligrosos.
Que exista la intención de traer una carrera que ponga a Mar del Plata en relieve, con todo lo que ello significa, es positivo. Siempre habrá alguien que se moleste, que no entienda que vive en una urbe citadina que, en el sector céntrico, no tiene «tranquilidad». Para ello, hay que elegir vivir en alguno de los muy caracterizados y buenos barrios, que los hay.
Dicho esto, meter un circuito en medio del micro centro, sólo para halagar al ex influyente Aldrey Iglesias, es patético y atrasa. Y ni que hablar de la inversión en asfalto y seguridad, que de suyo hace el proyecto inviable desde lo económico. Los vehículos de competencia han evolucionado enormemente, y generan una potencia cuyo impacto es imposible de tolerar para la derruida cinta asfáltica del centro de la ciudad.
Una mala consideración tanto de la ciudad como de sus usos, costumbres, y posibilidades.