Nicolás Lauría no ocupará ningún renglón en la historia del pago chico de la política de esta ciudad, salvo que sea citado como el concejal más alto de la historia… puede ser.
Lo que no se puede decir del ex basquetbolista, es que sea lerdo o tonto. Lanzó, en un momento clave para la administración de Montenegro, una operación de falsa bandera que busca distraer de temas clave para la actual gestión que encara su último año sin grandes logros, y con mucho marketing político.
El planteo, es el de imponer una nueva tasa que debería ser pagada por los turistas que visiten Mar del Plata, y cuya recaudación sea destinada a un fondo de infraestructura. Casi, casi, una propuesta peronista. Es sólo pirotecnia verbal para correr la atención del verdadero tema: Cabify.
La empresa española —competidora de Uber— obvio es que amañó un acuerdo con el coruñés emprendedor. Una puesta en escena de aquellas: primero, la sorpresa: «¿Cabify en Mar del Plata?», para luego agregar que ante la «sorpresa de los marplatenses, la aplicación se muestra en la ciudad». Para decirlo en criollo: «¡Me jodés!».
Ahora se comprende la enjundia de la concejal Angélica González y el silencio del ejecutivo. El coruñés emprendedor está mal acostumbrado. Desde el fallido proyecto/negocio del estacionamiento medido, entiende que de cada negocio público a él le corresponde un diezmo, o un doble diezmo, según sea.
La publinota del 16 de noviembre de este año dejó en claro que el CEO local se asentó en el poder del coruñés emprendedor, quien pontifica: «usté arregla conmigo, y ió le garantizo el concejo deliberante y al ejecutivo».
Es así desde que Elio Aprile le cedió el poder y acuñó la frase «pregúntenle a Florencio qué le parece». Tristemente atrasa tanto la dirigencia, que aún hoy este comportamiento vergonzoso sigue siendo un hecho. Tal como ocurrió con el tema de los decks, en el cual partícipes de las negociaciones aseveran que los mensajes de WhatsApp entre Luis Barrionuevo y Fernanda Montoto Raverta eran constantes, articulando cómo era el juego de roles para que se aprobara el proyecto del ejecutivo.
No es oponerse por oponerse. Hay que definir reglas del juego iguales para todos, lo que se vulnera si se le da luz verde a empresas que no deberán tener reloj de costo del viaje, no deberán renovar licencia cada dos años, no deberán pagar la tasa de inspección sanitaria, etc.
Lo realmente lamentable es que, quienes representan a la sociedad, estén al servicio de un poder que sólo existe gracias a sus miserias algo ocultas en un placar. Si se define darles habilitación a las App de transporte, que son una realidad global, que sea a través de un procedimiento honorable, y no para pagarle tributo al silencio de sus conductas espurias.