Ingeniero juninense que trabaja en la construcción de un cohete que lanzará satélites desde Argentina

Se trata de Hernán Vilaseca, responsable de “Ensayos del área de Mecánica y Estructuras de Acceso al Espacio” dentro de la empresa VENG que es la contratista principal del programa ISCUL (Inyector Satélital de Cargas Útiles Livianas) de la Conae.

Con el denominado Proyecto Tronador II, Argentina busca ser uno de los pocos países del mundo en enviar satélites al espacio desde el territorio nacional.

Dentro del ambicioso plan, se encuentra el ingeniero mecánico juninense Hernán Vilaseca que trabaja en la empresa VENG (Vehículo Espacial Nueva Generación), que es la contratista principal del Programa ISCUL (Inyector Satelital de Cargas Útiles Livianas) de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) en el camino de desarrollar un lanzador satelital argentino -cohete-

El ex alumno de las escuelas 24 y Comercial de Junín es el responsable de “Ensayos del área de Mecánica y Estructuras de Acceso al Espacio” dentro de la firma.

Cabe resaltar que se trata de tecnología desarrollada y fabricada en el país, cuya ejecución permitirá tener en 2029 un lanzador nacional que habilitará a la Argentina a colocar satélites en órbitas bajas a 600 kilómetros de la Tierra.

Actualmente, el desarrollo del cohete se realiza en dos centros espaciales de la Conae: una parte en el Centro Espacial Teófilo Tabanera (CETT) en Falda del Cañete, Córdoba, donde se llevan a cabo la fabricación, la integración y los ensayos del sistema de propulsión del lanzador. Y la otra parte se desarrolla en el CEPI, en Pipinas, donde se avanza en la fabricación e integración del fuselaje.

En diálogo con Democracia, el profesional -de 29 años- recibido en 2020 en el Instituto Tecnológico Buenos Aires (ITBA) recordó que en junio se realizó el cierre del prototipo de tanque estructural de la primera etapa del lanzador argentino.

“Se realizó el ensayo del primer prototipo del tanque de combustible del vehículo lanzador. Se concluyó con la construcción de un tanque con el mismo desafío de fabricación del tanque real. El diámetro del prototipo es el mismo que el del original”, explicó.

“Buscamos que pese lo menos posible. Para lograr eso estos tanques tienen un tipo de soldadura por fricción que permite obtener mayor resistencia que un método tradicional de soldadura. Esto permite usar material de menor espesor, y consecuentemente ahorrar peso en la estructura y así poder llevar un satélite más pesado”, agregó.

“El objetivo final es tener un cohete que permita lanzar satélites y ponerlos en órbita. Para eso se trabaja en distintas áreas y yo estoy dentro de la estructura del lanzador”, informó.

“Para llegar al lanzador final (Tronador II-250) primero se debe pasar por dos vehículos experimentales de menor tamaño, y ahora se está desarrollando el primero. Hay personas destinadas al diseño, a hacer los cálculos, a fabricarlo y otras a los ensayos”, sostuvo.

Como ya se dijo, durante la última semana de junio se llevó a cabo en el Centro Espacial Punta Indio de la Conae, una prueba hidráulica para evaluar el comportamiento mecánico del prototipo de tanque de primera etapa del Tronador II-250.

Este ensayo se realizó a través de la inyección de agua a temperatura ambiente al interior del tanque con el fin de aumentar su presión interna y así poder evaluar su performance estructural, estanqueidad y capacidad de soportar la presión de trabajo en vuelo.

La información del comportamiento estructural se obtuvo a partir de sensores de deformación que fueron colocados en ciertas zonas del tanque y que permitieron conocer cómo se deforma la estructura cuando se la somete a determinadas presiones.

“La fabricación y ensayo hidráulico del tanque se llevó a cabo en Punta Indio. Se obtuvieron buenos resultados y para un primer prototipo soportó la presión de trabajo de vuelo”, afirmó Vilaseca.

“El tanque se comportó como esperábamos, logrando superar la presión de trabajo a la que estará sometido el tanque de vuelo. Este ensayo nos brindó un montón de información que será vital para el próximo prototipo de tanque que fabricaremos. Ahora sabemos en qué áreas de la soldadura deberemos poner más foco y esfuerzo. Estamos muy conformes con los resultados que obtuvimos”, subrayó.

Por último, expresó que “trabajar en esto te permite participar en proyectos complejos y desafiantes, donde ves cuestiones muy interesantes desde el punto de vista técnico. Se trabaja con muchos proyectos. Te desafía y aprendes un montón”.

Prueba del sistema de propulsión

La Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) realizó con un “100% de éxito” un ensayo de motores del proyecto del lanzador argentino de satélites Tronador II-250, en General Ordoñez, 250 kilómetros al sur de la ciudad de Córdoba, lo que fue considerado un “hito” en la historia aeroespacial argentina.

El ensayo se realizó en la mañana del martes 1 de agosto en instalaciones de Valthe Ing., una Pyme de ciencia e ingeniería aplicada con base en Ordoñez.

El mismo forma parte del desarrollo de componentes y sistemas de propulsión del programa Inyector Satelital de Cargas Útiles Livianas (Iscul), diseñado por la agencia espacial argentina con este objetivo.

Los dueños de esta pyme, Valthe Ing., afirman que “son tecnologías dominadas hace muchas décadas por los países centrales, pero no existe el manual para hacer un motor de cohete, no hay un mercado abierto de compra-venta de estas tecnologías porque son tecnologías sensibles y de uso dual”.

“Nadie te va a venir a enseñar este camino; es muy largo, requiere infraestructura, recursos humanos propios y procesos de producción específicos y no cualquiera lo encara, hasta hace poco tiempo sólo los estados centrales lo hacían”, dijeron.

Luego del ensayo del motor realizado en el Centro de Ingeniería y Desarrollo Tecnológico (TDEC) de esta empresa, ubicado en el Parque Industrial de General Ordoñez, calificado como “100% exitoso”, en Valthe Ing. ya estaban ordenando la infraestructura para volver a realizar, en 15 o 20 días, el próximo ensayo de desarrollo.

“También estamos procesando toda la información, que es el capital más importante obtenido del ensayo”, dijeron.

“Para nosotros es un hito”, dijo Marcos Actis, presidente de VENG, principal contratista de este proyecto.

Por un lado, porque nunca se realizó en el país un ensayo de esa duración y, por otro, porque es el primer motor refrigerado y “autoregenerativo” que se fabrica.

“Estamos dando un paso importante porque probamos por primera vez un motor que es regenerativo, porque se refrigera. Sentimos una emoción enorme porque son muchas horas de trabajo, durante las que estamos dedicados exclusivamente a la propulsión”, indicó Marcelo Theiler, socio gerente de Valthe.

“Con estas pruebas hoy hicimos tres disparos, de 15, 30 y 100 segundos, respectivamente. El resultado es 100% exitoso”, concluyó.

“Ya veníamos probando con un inyector. Este cohete tiene cinco y el motor de vuelo va a tener cuatro. Los inyectores son clave porque son los que mezclan el combustible (oxígeno líquido y querosén, lo mismo que usan Space X), el corazón del motor. Con esto hemos madurado totalmente la tecnología del motor”, celebró Actis, quien también es decano de la facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata.

Lo que se probó es el prototipo del motor de la segunda etapa de vuelo, digamos, del lanzador. La primera llega a 100 kilómetros de altura y consume la mayor parte del combustible para vencer la aceleración de la Tierra y la resistencia de la atmósfera. A partir de ese momento, el cohete es impulsado por un cohete similar al que se probó hoy en la llanura cordobesa.

Estos prototipos son un paso más en la búsqueda de la versión final del lanzador Tronador II-250, para poder colocar satélites en órbitas bajas