Los estadounidenses de origen asiático poseen menos armas que cualquier otro grupo demográfico de EE.UU., pero el aumento de ataques y crímenes racistas ha hecho que desconfíen de la Justicia estadounidense.
David Liu tiene una armería en Arcadia, cerca de Los Ángeles. También ofrece clases para portar la licencia de armas ocultas (Concealed Carry Weapons).
Liu asegura que aproximadamente la mitad de sus clientes son asiáticos, sobre todo, chinos. Muchos de ellos son como amigos, que vienen a entrenar y a charlar. Varios son nuevos propietarios de armas por temor a los crecientes niveles de violencia y crímenes de odio, que aumentaron más del 330 por cien entre 2020 y 2021, según un informe del Centro para el Estudio del Odio y el Extremismo publicado en 2022.
Arcadia es un área con mayoría asiática, a sólo unos minutos de Monterey Park, lugar en el que tuvo lugar un tiroteo masivo mortal después del Festival del Año Nuevo Lunar este año.
Grupo creciente de propietarios de armas
Los estadounidenses de origen asiático son los que menos armas tienen en comparación con otros grupos demográficos del país, pero aumentó entre 2019 y 2020 en un 43 por ciento. El brote de COVID-19 hizo que se tomara a los asiáticos de EE. UU. como chivos expiatorios. Tras la pandemia, aumentaron los robos, también en viviendas.
Liu dice que en el área de Los Ángeles, a los chinos a veces los atacan tanto en público como en sus hogares, debido a la creencia de que llevan encima grandes cantidades de dinero en efectivo.
“La situación está empeorando”, afirma Ray Gong, de 27 años, cliente de Liu, que acaba de salir recientemente del Ejército.
Gong llegó a Estados Unidos en 2016 desde Hangzhou, una ciudad del este de China, justo al sur de Shanghái. Compró su primera pistola en agosto y otras dos armas de fuego en septiembre, con la esperanza de “estar preparado para cualquier cosa”.
Si bien no ha experimentado violencia relacionada con su origen étnico, fue discriminado en el Ejército, donde asegura que le impidieron tomar más responsabilidad por ser chino y, a menudo, le asignaron trabajos que nadie más quería hacer.
También está en camino de obtener su CCW, lo que normalmente tarda más de seis meses en California. “Estoy pensando en llevarla (el arma) todo el tiempo”, comenta.
Sistema de justicia más duro con la violencia
Una de las soluciones al aumento de la criminalidad en California, proponen Wong y Liu, es volver a ser duros con el crimen y no dejar a los asesinos en libertad después de períodos demasiado breves en prisión.
Chris Cheng, tirador deportivo y miembro fundador de la Asociación Estadounidense de Propietarios de Armas de Asia y el Pacífico, también cree que las fuerzas del orden no combaten eficazmente los delitos violentos.
“La falta de enjuiciamiento” por parte de los fiscales de distrito en las principales ciudades contra criminales que perpetraron ataques racistas contra los asiáticos, hizo que la confianza de la comunidad en el sistema de justicia penal disminuyera.
“Si combinamos eso con el aumento de los disturbios civiles por George Floyd y la insurrección del 6 de enero, no debería sorprender que muchos estadounidenses de origen asiático comenzaran a comprender que las fuerzas del orden no pueden protegerlos”, sugiere Cheng.
“La industria de las armas de fuego y el lobby de las armas apuntan ahora a las comunidades minoritarias, en respuesta al estancamiento a largo plazo en el mercado tradicional de armas de los hombres blancos”, según un informe publicado por el Violence Policy Center, con sede en Washington.
“Como resultado de su creciente tamaño y poder de consumo, los estadounidenses de origen asiático son vistos como un mercado sin explotar por los fabricantes de armas”, agrega el informe. Por su parte, Liu cree que sus clientes no compran armas por efecto del márquetin, sino por miedo: “Es muy peligroso todo ahí fuera. Mucha gente que compra (armas) ya es víctima”.