Israel ha documentado varios actos de violencia sexual cometidos por miembros de Hamás el 7 de octubre. Suponen un reto para una sociedad israelí que lleva mucho tiempo debatiéndose sobre cómo hablar de la violación.
Mientras los israelíes siguen afrontando las secuelas de los ataques del 7 de octubre perpetrados por militantes afines al grupo terrorista Hamás, hay un tema que parece casi tabú, desde la prensa popular hasta las más altas instancias del Gobierno: la violencia sexual.
En muchos de los estudios de televisión israelíes, tampoco se mencionó explícitamente que se hubiera producido violencia sexual en las primeras informaciones sobre los ataques, mientras que sí se mencionó explícitamente el asesinato de niños y la profanación de cadáveres. En cuanto a las violaciones, solo se sugería indirectamente que se habían producido hechos horribles.
“El debate público se ve fuertemente afectado por el hecho de que la violencia sexual sigue siendo tabú en Israel, y el Gobierno lo sabe y actúa en consecuencia”, declaró a DW Yael Sherer, directora del Lobby de Israel para Combatir la Violencia Sexual. Añadió que la falta de voluntad de los funcionarios para nombrar la violencia sexual que se produjo durante los ataques del 7 de octubre había contribuido a alimentar los rumores en las redes sociales.
“Tocan a las mujeres y todo el mundo lo sabe”
“El debate público se ve fuertemente afectado por el hecho de que la violencia sexual sigue siendo tabú en Israel, y el gobierno lo sabe y actúa en consecuencia”, declaró a DW Yael Sherer, directora del Lobby de Israel para Combatir la Violencia Sexual. Añadió que la falta de voluntad de los funcionarios para nombrar la violencia sexual que se produjo durante los ataques del 7 de octubre había contribuido a alimentar los rumores en las redes sociales.
Los rehenes liberados por Hamás también se han mostrado reacios a hablar del tema, a pesar de dejar claro que se produjo. “Tocan a las mujeres”, dijo un exrehén en una reunión con el Gobierno israelí, “y todo el mundo lo sabe”. En hebreo, el término “tocar” en este contexto conlleva la connotación de violencia sexual.
En un ejemplo clásico de alusiones oficiales, el jefe militar de Israel, Herzi Halevi, dijo a principios de diciembre que “estamos preocupados por nuestros rehenes masculinos y femeninos en Gaza, y también sabemos por qué”, dejando el “por qué” sin decir.
Algunos funcionarios y medios de comunicación se han mostrado reacios a mencionar los actos de violencia sexual que se produjeron durante los ataques, preocupados por la intimidad de las víctimas, en un país donde las personas que denuncian una violación a menudo se encuentran bajo sospecha.
“Había una especie de temor a que Israel, como sociedad conservadora, no fuera capaz de manejarlo”, dijo Sherer. “Que es demasiado gráfico, que es inapropiado, que avergonzaría a las víctimas y a sus familias”.
Apaciguar a los israelíes religiosos y conservadores
Sherer afirmó que la aparente reticencia del Gobierno a abordar la cuestión podría atribuirse, en parte, a la falta de voluntad oficial de ofender a los votantes conservadores que lo llevaron al poder. Muchas publicaciones ultraortodoxas se niegan a imprimir fotografías de mujeres y, en al menos un incidente, las fotos de las rehenes retenidas en Gaza fueron retiradas de un tablón de anuncios de una comunidad religiosa conservadora.
“Estamos hablando de un electorado conservador religioso, que en parte ni siquiera está dispuesto a mirar la foto de una mujer”, dijo Sherer.
Ruth Halperin-Kaddari, directora del Centro Rackman para el Adelanto de la Mujer, de la Universidad Bar-Ilan, declaró a DW que el Gobierno de coalición de extrema derecha, dirigido por el primer ministro Benjamín Netanyahu, había empezado a considerar la posibilidad de imponer una norma jurídica distinta para la violencia sexual perpetrada por israelíes y las agresiones cometidas por palestinos, incluso antes de los atentados del 7 de octubre.
En julio, el Gobierno aprobó una ley que asigna un castigo más severo a la violencia sexual con un trasfondo “nacionalista”, que el que se aplicaría a los casos de agresión doméstica, una medida criticada por la Asociación de Centros de Crisis por Violación de Israel.
“Cuando la violencia sexual se produce en el contexto de un conflicto, el trato que recibe por parte de las autoridades es totalmente distinto”, afirmó Halperin-Kaddari.
“Débil” respuesta de Naciones Unidas
El 27 de octubre, el Comité de la ONU para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) hizo pública una declaración sobre la situación en la que condenaba “la escalada de violencia en Oriente Medio, que ha causado la muerte de miles de civiles, entre ellos mujeres y niños”. Pero, a pesar de que se titulaba “La causa de la paz es la causa de las mujeres”, no mencionaba explícitamente la violencia sexual llevada a cabo por Hamás el 7 de octubre, ni siquiera al propio grupo terrorista.
“El comité hace un llamamiento a todas las partes para que aborden sistemáticamente la dimensión de género del conflicto”, decía la declaración.
Halperin-Kaddari, que anteriormente trabajó en el CEDAW durante 12 años, dijo que se sintió alienada por la respuesta de la ONU a los actos de violencia sexual de Hamás.
“No podía creer que su declaración no dijera nada explícitamente: ni ‘violencia sexual’, ni ‘Israel’, ni ‘Hamás'”, dijo. “Fue el golpe más significativo para mí”.
Sin embargo, ONU Mujeres hizo pública una declaración en la que condenaba explícitamente a Hamás por sus “brutales ataques” el 7 de octubre, casi dos meses después de los ataques.