Para el 15 de octubre, quedarán suspendidos 60 trabajadores del área de producción.
Como ya sucedió con el sector automotriz, la falta de insumos está paralizando a la industria aceitera. Ayer se conoció el caso de la multinacional Cargill, que a partir del 15 de octubre suspenderá a 60 trabajadores de su planta de Puerto San Martín, por falta de granos para operar y producir.
Todos los empleados suspendidos trabajaban en al área de producción. “Todavía estamos esperando los telegramas y las explicaciones oficiales de la empresa, pero la decisión ya está tomada“, dijo a un FM local Pablo Reguera, secretario general del Sindicato de Obreros y Empleados Aceiteros (SOEA).
La noticia fue confirmada a El Cronista por fuentes del Sindicato de Obreros y Empleados Aceiteros de Rosario, desde donde explicaron que la planta que dejará de operar es la de General San Martín, mientras que la de Villa Gobernador Gálvez seguirá funcionando con normalidad.
Reguera anticipó que el sindicato buscará modificar la medida. Ya se abrió un expediente en Buenos Aires, en el Ministerio de Trabajo, para ver qué pasa con estos trabajadores. “De ninguna manera vamos a permitir que queden en la calle“, advirtió. La discusión que va a plantear tiene que ver con los salarios. Según explicó, la cerealera no hace una parada de tres meses por dificultades económicas sino por falta de insumos, por lo que los trabajadores no deberían sufrir las consecuencias. Es que, según otras fuentes, la empresa aprovechará este freno inducido para hacer las revisiones técnicas que normalmente realiza en sus plantas; mientras tanto, se concentrará en sus otros tres establecimientos, que son más eficientes.
El principal problema que enfrena Cargill, al igual que el resto de la industrias como Bunge, Dreyfus, Vicentín, Molinos y Aceitera General Deheza, es que el aumento de las exportaciones de poroto de soja sin procesar les está restando rentabilidad. Estas empresas tuvieron su primer despegue local a mediados de los ‘90 y se consolidaron como el mayor polo mundial de crushing desde 2004, tras la devaluación argentina y el boom del precio de los commodities. Ahora, empiezan a ajustarse el cinturón. En junio pasado, otra cerealera, Vicentín, había parado su planta de San Lorenzo por la misma causa que hoy lo hace Cargill. En promedio, en el sector se habla de una capacidad ociosa cercana al 25 por ciento.