El especialista en Seguridad y Contraterrorismo, Daniel Adler, advirtió en la 99.9 que el país atraviesa un momento crítico con bandas cada vez más fragmentadas, jóvenes y extremadamente violentas. Señaló además la complicidad del sistema político y penitenciario en la expansión del delito.

El especialista en Seguridad y Contraterrorismo, Daniel Adler, analizó en la 99.9 el impacto de los últimos crímenes vinculados al narcotráfico y sostuvo que “definitivamente esto es una acción terrorista, porque aterroriza a toda una sociedad, casi a un país entero”. Si bien descartó conexiones con organizaciones como Sendero Luminoso, aseguró que la Argentina enfrenta “una nueva era criminal donde las bandas son mucho más chicas, fragmentadas y encabezadas por jóvenes de 20 o 22 años que actúan como psicópatas, sin territorialidad, y que consumen drogas antes de delinquir, lo que los vuelve más violentos”.
Adler remarcó que el problema no se limita al conurbano bonaerense: “Mar del Plata, una de las ciudades más lindas de la Argentina, hoy tiene niveles de criminalidad nunca vistos. Hay cifras negras muy altas y delitos de extorsión a comerciantes y transportistas que casi no trascienden en la prensa”.
En cuanto al sistema penitenciario, fue contundente: “La ley orgánica de la provincia permite que los reos tengan celulares dentro del penal. El 65% de la planificación criminal es intracarcelaria. Hoy tres de cada cuatro presos tiene teléfono, y no para mirar videos, sino para generar redes delictivas. Esto se soluciona rápido con requisas e inhibidores, pero no hay voluntad política. La pregunta es por qué el gobernador no se pone el traje de jefe de seguridad para proteger a 18 millones de bonaerenses”.
También cuestionó el estado de la fuerza policial: “De 100 mil policías en la provincia, el 42% está con carpeta médica o psiquiátrica. Un efectivo bonaerense cobra 680 mil pesos por 12 horas de trabajo. Es más una vocación que un empleo, porque con ese sueldo apenas se puede vivir. Así la prevención se debilita y queda territorio liberado, que inmediatamente es ocupado por la criminalidad”.
Para Adler, la raíz del problema es política: “El 80% de lo que debate la política no tiene nada que ver con los problemas de la gente. Muchos dirigentes necesitan personas ignorantes, sometidas, con hambre y miedo para manipularlas. No quieren fomentar la inclusión con progreso”.
Finalmente, planteó una visión integral: “No existe un buen plan de seguridad sin un mejor plan de inclusión. La mejor estrategia para frenar la criminalidad es reconstruir el tejido social devastado. Se sale con educación, emprendedurismo, comercio, escuelas de artes y oficios, y movilidad social ascendente. Proteger al inocente y castigar al culpable es esencial, pero también hay que ir más allá y dar soluciones reales a la gente, sin chamuyo ni venta de humo”.