Estafas marplatenses

A los casos infames de Daniel Viglione y Oscar Rígano —junto al resto de la banda de Jonestur—, se suma el del escribano Raúl Morea. Una plaga de delitos financieros en una ciudad donde demasiada gente recuerda el corralito y termina en manos de meros estafadores.

Qué hacer con los ahorros es una duda constante en un país como el nuestro, donde hemos visto una y otra vez pulverizado el valor de nuestra moneda y demasiada gente aún recuerda el corralito y desconfía a muerte del sistema bancario. Mar del Plata no es la excepción, sino más bien todo lo contrario, quizás porque se juntan varios factores: una población envejecida en una ciudad extendida pero aún con alma de pueblo, en donde todos se conocen y la información aún circula mucho a través del circuito «de boca en boca». Más de una víctima de estos estafadores, al ser preguntados, responden con alguna variante del «me lo recomendó Fulano». La formación en cuestiones financieras en nuestro país es muy escasa, y así es que la gente termina creyendo en cualquier gurú que promete retornos increíbles o, simplemente, ante el temor de que el dinero se lo termine quedando el banco, se lo confían a alguien a quien perciben como gente de renombre.

El caso Morea

Esta semana se conoció la decisión de la Justicia de ordenar un embargo por 100 mil millones de pesos en el marco de la causa que investiga al escribano Raúl Morea, acusado de estafar a decenas de ahorristas que confiaron en él y le entregaron su dinero con la promesa de recibir a cambio jugosas ganancias en algo que —tal como sucedió también con Viglione— terminó siendo una simple estafa piramidal o esquema Ponzi.

Este medio fue el primero en publicar, allá por junio del 2022, información sobre este caso. En las Malas Lenguas 1289, se informaba: «Mar del Plata va camino a ingresar en el Guiness por el récord de estafas basadas en el esquema de Ponzi —llamado así por Carlo Ponzi, el ítalo-americano que creó los esquemas en los que los nuevos integrantes van pagando el capital a los iniciadores, o aportantes anteriores—. El cebo siempre es una renta alta. Cuando aún se está en cabildeos judiciales por la estafa de Daniel Viglione, otra estafa —en un principio, estimada en un millón de dólares— golpea a la ciudad. El personaje en cuestión es el escribano Raúl Morea […] Hay de todo como en botica en esta historia: fondos dejados en pago a terceros, dinero en giro de préstamos mutuos con tasa de 2% mensual y otras variables. Hay, cuando menos, dos denuncias ya presentadas ».

Hoy la causa suma al menos 57 víctimas, aunque no se descarta que puedan aparecer más. Un factor que complica estas investigaciones es que, a veces, los ahorristas no pueden justificar debidamente el dinero que pusieron en mano de estos estafadores, por lo que no recurren a la Justicia. Hasta el momento, se cree que las víctimas de Morea dejaron en sus manos al menos tres millones de dólares, cuatro millones de pesos y unos 1780 euros. Concretamente, dice el juez que «En el lugar donde funcionaba la escribanía propiamente dicha sito en calle Córdoba Nº1882 Piso 5 OF. 54 de esta ciudad, perteneciente al titular del registro Nº92 de nombre Raúl Horacio MOREA, su adscripta Mariela GATTI y Luciano M. MOREA, se habría corroborado que paralelamente actuaba como una banca de hecho, que sin contar con la autorización que se exige para la actividad por parte del Banco Central de la República Argentina».

Depredadores

Además del escribano Raúl Morea, también son investigados en esta causa el hijo de Morea, de nombre Luciano, y la escribana adscripta Mariela Gatti, quienes intentaron despegarse de todo aduciendo que ninguno de los dos tenía idea de que en la escribanía funcionara además una financiera trucha, pero que los testigos señalan como quienes se ocupaban de captar nuevas víctimas.

«La mayoría es gente mayor que le entregó sus ahorros para que el escribano Morea los administre. Esta gente le entregó un dinero, todo en dólares, se lo documentó a través de contratos de depósito y en un principio les entregaba un interés mensual, que cada uno pactaba de forma particular. Hasta que dejó de cumplir, dejó de atender a la gente y hasta cerró la escribanía», detalló la abogada Silvia Pinar, que representa a uno de los damnificados, agregando luego: «Le entregaron el dinero para que él se los administre, lo haga trabajar y le dé un interés. Ya habían tenido problemas con el “corralito” del 2001 y desconfiaban de los bancos y por eso llegaron a él, que resultó aún peor», dijo la letrada.

Recordemos que en octubre del 2023, el escribano Raúl Morea se presentó a votar como uno más y casi lo linchan: varios de los damnificados en esta causa lo estaban esperando en el lugar de votación para reclamarle lo que era suyo. Lo rodearon, lo empezaron a insultar y la cosa no pasó a mayores gracias a la intervención de la fuerza policial presente en el lugar, que intervino custodiándolo hasta que se pudo retirar.

Además de la causa que se le sigue en la justicia provincial por estafas, y la que se formó en la justicia federal por intermediación financiera ilegal, a Morea se le suma otra causa por lavado de dinero, donde se indaga al respecto de ciertas maniobras comerciales que el escribano habría realizado tratando de blanquear el botín que logró sustraerle a sus víctimas.

Sumado al embargo, la Justicia también determinó que el escribano Raúl Morea, su hijo Luciano y la escribana adscripta Mariela Gatti no pueden salir del país ni ausentarse de sus domicilios por un plazo mayor a las 24 hs.

¿Será justicia?