Lo dice con voz clara y argentina Miguel Calvete, titular de CASRECH, la cámara que nuclea a los supermercados chinos: “Hemos alertado al intendente de Mar del Plata sobre rumores de saqueos”. Calvete ilustra: “Mar del Plata tiene una situación equivalente a 3 de Febrero, La Matanza u otros lugares del Gran Buenos Aires. No será el Gran Rosario, pero…”.
Y es verdad: la situación en nuestra ciudad es grave. Social y políticamente, está rodeada por villas y asentamientos que potencialmente generan condiciones para una situación explosiva. Y no se trata aquí de demonizar a nadie, sino de señalar que el caldo de cultivo está servido y es alimentado por facciones políticas que hacen de la pobreza un negocio.
El dato de la partida de Alejandra Urdampilleta de Acción Social está a la vista. No constituye noticia, pero la noticia es quién le va a remplazar para tomar el desafío de dar criterio y sostenibilidad a una política social en la ciudad.
Lo ocurrido en Córdoba ahora; el año pasado en Bariloche; hace unos días, como ensayo, en el Gran Rosario; los ataques en el Conurbano, aupados en un gigantesco corte de luz provocado por el temporal del 3 de diciembre, le dieron marco y motivo a que en un intento de saqueo a un súper chino en nuestra ciudad, fuera asesinado el ciudadano de esa nacionalidad Li Jang Xuan cuando se defendía. ¿Y qué hace el Gobierno provincial?, nada, qué va a hacer en Mar del Plata… El personal de Infantería de la ciudad ni siquiera presta servicios en esta comunidad; los tienen de un lado a otro del territorio bonaerense custodiando partidos de fútbol; o en Necochea, impidiendo una toma de viviendas sociales y haciéndolos vivir en condiciones infrahumanas.
¿El Intendente? Bien, gracias; preocupado por la Davis, perdiendo el tiempo en una intentona torpe y tonta para que Baragiola no pudiera asumir la Presidencia del Concejo Deliberante. Es el mismo sujeto que permitió que dos organizaciones gremiales que no movían más de ciento cincuenta personas cerraran el puerto de la ciudad por más de ciento cincuenta días, creando así una crisis de proporciones que la gente de trabajo aún paga malamente.
Lo ocurrido en Córdoba muestra algo que hay que resolver: la existencia de un lumpenaje aupado en aristas del poder, que ha hallado la manera de vivir sin trabajar, siempre tendiendo la mano para pedir, y que se justifica y regodea en su miseria culpando al resto de la sociedad que se esfuerza por llevar una vida digna.
Este universo cuasi criminal se alimenta de las sobras de la cadena trófica del poder y prestan servicios inestimables. De repente son barras bravas, tropa para llenar calles, estadios, actos militantes. O saqueos de oportunidad, lo que haga falta
Un dato claro de esa conexión impúdica la dio esta semana, tristemente, el vicegobernador Gabriel Mariotto, que se exhibió junto al líder de Quebracho, Fernando Esteche, en la Facultad de Periodismo de La Plata, al conocerse que pesaba una orden de detención en su contra refrendada por la Corte Suprema de la Nación.
¿Qué dijo Esteche y avaló Mariotto? “Me interesa aclarar que yo no participé de los hechos (rotura de vidrios en la Casa de Neuquén en Capital)”, aseguró Esteche, quien dijo que de esa forma no intenta “lavar culpas”. “No es posible que haya una marcha de Quebracho y que no se me vea, que no esté al frente”, señaló, aunque aclaró: “seguramente si yo hubiera estado, también hubiera roto los vidrios esa mañana, seguramente por impotencia política, porque eso a Sobisch no lo dañó en nada”.
Ergo: si tengo un justificativo político, la ley no debería alcanzarme; y si me alcanza, mi crimen no es tal, es sólo una expresión política. Interpretación avalada por presencia por la segunda figura en importancia política de la provincia más importante del país. Cuando los de arriba agitan el verbo, los abajo se muelen a palos. No hace falta mucho más para comprender por qué pasa lo que pasa.