Si en Argentina las personas mayores de 35 años lograsen bajar tres gramos el consumo diario de sal por un período de 10 años, los casos de infarto agudo de miocardio se reducirían en un 21,6% y los accidentes cerebrovasculares en un 20,5% en 10 años.
Así lo determinó un equipo de investigadores luego estimar la relación costo-utilidad de una intervención dirigida a reducir la ingesta de sodio en este grupo poblacional. El estudio fue publicado en la Revista Panamericana de Salud Pública.
Las enfermedades cardiovasculares se convirtieron en la principal causa de muerte y discapacidad en muchos países en desarrollo. En Argentina provocan 32% de todas las defunciones y ocupan el primer lugar entre las causas de decesos. Además, son responsables de casi la mitad de los fallecimientos que ocurren en la etapa productiva de la vida.
Según se destaca en la publicación científica, en los últimos años se mantuvieron elevadas las prevalencias de hipertensión arterial y tabaquismo en el país, y se incrementaron las tasas de diabetes, obesidad y sedentarismo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la reducción de sodio en la dieta como una estrategia efectiva en función del costo que permite reducir la morbilidad y la mortalidad por enfermedad cardiovascular en países en desarrollo.
Se describió que existe una relación lineal entre la reducción de sal en la dieta y el descenso de la tensión arterial. Según algunos estudios, si se lograra disminuir el consumo de sodio en tres gramos por día se obtendría una reducción de la tensión arterial de hasta 5,6 mm Hg en hipertensos y personas mayores de 65 años, y de 3,5 mm Hg en la población general.
“Existe consenso en que en Argentina se consume en promedio más de los cinco gramos diarios de sal recomendados por la OMS”, señaló el autor principal del estudio, el doctor Daniel Ferrante, coordinador del Programa Nacional de Prevención y Control de Enfermedades Cardiovasculares del Ministerio de Salud de la Nación. Y destacó que mediciones de la excreción de sodio en la orina indican que se ingieren en promedio aproximadamente 12 gramos diarios.
El estudio y el método
El equipo de Ferrante propuso una intervención que consistió en reducir entre 5% y 25% el contenido de sal en los alimentos. Para predecir la evolución de esta estrategia se utilizó el modelo de simulación del impacto de las políticas sobre la enfermedad coronaria que mediría cambios en la incidencia, prevalencia, mortalidad y los costos en la población de la enfermedad coronaria y cerebrovascular en personas de 35 a 84 años. A partir de allí se buscó calcular el efecto y los costos de una disminución de tres gramos de sal en la dieta, mediante su reducción en alimentos procesados y en la añadida por los consumidores, por un período de 10 años.
Además del cambio en la ocurrencia de eventos durante este período, los investigadores calcularon la ganancia en años de vida ajustados por la calidad (AVAC) en un escenario de efecto alto y otro de efecto bajo. Para llegar a esos resultados, los investigadores procesaron datos demográficos y epidemiológicos extraídos de fuentes oficiales.
Resultados prometedores
La intervención generó una ganancia de 656.657 AVAC en el escenario de efecto alto y de 401.659 en el escenario de efecto bajo. “Si los argentinos se propusieran por una década bajar el consumo a 9 gramos diarios, cifra aún lejana a la ideal, además de mejorar su calidad y cantidad de años de vida, se generaría un ahorro neto en términos de gastos de salud de entre US$ 2.080 millones y US$ 3.765 millones” , indicó Ferrante.
Las predicciones del modelo teórico mostraron, además, reducciones en la incidencia de enfermedad coronaria (24,1%), infarto agudo de miocardio (21,6%) y ACV (20,5%). También se observó un descenso en la mortalidad por enfermedad coronaria (19,9%) y por todas las causas (6,4%). Estos beneficios fueron significativos para todos los grupos de edad y sexo.
El trabajo señaló que la implementación de esta estrategia de reducción del consumo de sal produciría un efecto sanitario muy positivo, tanto en AVAC ganados como en recursos económicos ahorrados.
Con un fuerte apoyo de organizaciones internacionales, académicas y no gubernamentales, Argentina realiza intervenciones que podrían tener un efecto sanitario positivo. El Plan Nacional Argentina Saludable contempla tres áreas principales de acción, entre las que se encuentra el control del consumo de tabaco, la alimentación saludable y la promoción estilos de vida activa.
A su vez, desde la cartera sanitaria se acordó con empresas la reducción de sal en alimentos procesados a través de la iniciativa “Menos sal, más vida”, tal como se la aplicó hace algunos años en la producción de pan. “Se logró una disminución significativa en más de un 80% de los productos acordados como derivados de harinas, de carnes, de fiambres, sopas, aderezos, conservas, lácteos, y otros. Asimismo, a fines del año pasado, se aprobó una ley nacional que regula cantidad máxima de sal para los alimentos”, destacó el especialista.
Por otra parte, Ferrante afirmó que la educación es clave para lograr un control adecuado de la hipertensión arterial en toda la población.
En el trabajo también participaron investigadores del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES), en Argentina, y de la Universidad de Columbia y de California, en Estados Unidos.