La corrupción es algo más complejo que la mirada habitual sobre dicho comportamiento. La idea misma de la corrupción es alguien que, en un lugar de poder, toma dinero de la caja del Estado o la obtiene de terceros usando al Estado. Sin embargo hay más, y está a la vista.
Tal como señalamos en la investigación central de esta edición, la utilización de los recursos públicos con fines distintos a los que están estimados por ley es corrupción, el abuso de poder es corrupción, y esas conductas están claramente expresadas en la gestión del intendente Gustavo Arnaldo Pulti y su equipo de gobierno. De 90 millones enviados por el Estado nacional para aplicar a educación, sólo un millón fue enviado al sistema escolar de la ciudad, que está literalmente devastado, tanto edilicia como funcionalmente. Además, y tal como han señalado en la 99.9 los concejales Abud y Arroyo, el sistema de salud primaria está colapsado, a punto tal, que una embarazada con fecha de parto para julio recibió turno para ecografía en agosto.
La cima de esta situación quedó graficada y expuesta en la reunión realizada en la sede del Comando de Patrullas, en la que el Intendente expuso y explicó gráficos sobre situaciones y acciones de inseguridad ante la atenta mirada de comisarios, del subsecretario de Seguridad Adrián Alveolite y del fiscal general Fabián Uriel Fernández Garello.
El lector no atento podría decir aquí: ¿y qué tiene de malo?, ¿qué es lo incorrecto? En principio, la reiteración de una conducta perniciosa: tal como señalaba Joseph Goebbels, ministro de propaganda nazi, “para que una mentira sea creíble debe contener una pizca de verdad”. Es verdad que hay una situación de inseguridad que azota a toda la sociedad y sobre la que hay un reclamo urgente; es obvio que resolverlo es una responsabilidad política, y que la sociedad coloca en cabeza del Intendente dicha responsabilidad. Pero no es verdad que los pasos que se dan y se publicitan estén encaminados a resolver el problema. Lo expuesto esta semana ante la sociedad es un capítulo más de imagen y propaganda por medio del sistema de corte y pegue de gacetillas emitidas por la Oficina de Prensa de la comuna, que actúa como una auténtica central de propaganda, tal como ocurre en los regímenes autoritarios.
Hay una corrupción explícita que está en los contratos de publicidad que firman medios con el régimen “pultista”, que subraya la obligatoriedad de publicar los textos sin modificación o interpretación. Estos acuerdos, pagados con dinero del contribuyente, constituyen un acto flagrante de corrupción a vista de todos.
La segunda cuestión explícita de esta reunión es la presencia del fiscal general Fabián Uriel Fernández Garello, sentado cual alumno atento a la clase brindada por Pulti sobre delictualidad en Mar del Plata, y pegadito a Adrián Alveolite, quien se encuentra sometido a proceso penal por abuso de autoridad.
Es todo un interrogante el mensaje de esas imágenes. Es un mensaje a los fiscales: no toquen a Pulti, no insistan con Alveolite -que cuanto menos, tiene otras dos causas en curso que bien pueden significarle otros procesos-. La frase “no habrá más procesos por encima de Juan Carlos Belmonte”, pronunciada por el fiscal general, ¿aplica a la causa de los carnets otorgados irregularmente, o aplica a toda la gestión? E insisto, estas conductas, ¿no son corrupción?